La adolescencia transcurre entre los 10 y 19 años, un periodo marcado por emociones intensas y de nuevas necesidades que tienden a tensar la relación entre padres e hijos. Una buena comunicación con los adolescentes puede ayudar a establecer mejores lazos, pero es un trabajo continuo que comienza por no enjuiciar, establecer límites en la relación, trabajar las inseguridades de ambas partes y ofrecer refuerzos positivos. Sobre este tema fue entrevistado por el programa Sana Mente de CNN, el investigador principal de Imhay y académico de la UAndes, Dr. Jorge Gaete.
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El Primer Informe Nacional de Bienestar de la Niñez en Chile 2024, reveló esta realidad en la zona. Balaceras y peleas frecuentes confirman este panorama. Sobre este tema fue entrevistada la directora de Imhay y académica de la Universidad de Chile, Dra. Vania Martínez.
que afecta hoy a la po- blación infanto juvenil dela Región de Antofagasta. Desde el 2017 la cifra de niños, niñas y adolescentes (NNA’s) que viven en barrios con violencia crítica aumentó de un 37% a un 47%, panorama que se dio a conocer en el Primer Informe Nacional de Bienestar dela Niñez en Chile 2024, efectuado del Observatorio de la Niñez.
“Antofagasta es una de las nueve regiones en que ha aumentado la proporción de este grupo etario en barrios con violencia critica. Entre las causas se encuentran la crisis de seguridad y el aumento en la circulación de armas, junto al hecho de que ha crecido la percepción de que en los barrios hay balaceras, situación que también se ratifica en otras encuestas y estudios de este tipo. Por otro lado, también puede estar influyendo el crecimiento de esta población, sumado a que se está concentrando en asentamientos informales”, comentó Paloma del Villar, directora del Observatorio dela Niñez, de Fundación Colunga.
Actualmente son más de 81 mil NNA´s que residen en estos sectores, donde las balaceras y peleas entre grupos delictuales son cada vez más recurrentes.
Además se agrega el antecedente que en solo siete años, esta población en la región logró aumentar en un 5%, con posibilidades ciertas que en un corto y mediano plazo esta cifra continúe creciendo.
Afectación
Frente a este panorama, una de las principales afectaciones guarda directa relación con el desarrollo cognitivo y emocional de este grupo etario. Esto estaría generando la aparición de conductas que interfieren en la forma en que se desenvuelven cotidianamente en el mundo social y educativo.
“En lugar de centrarnos únicamente en medidas punitivas, debemos abordar cómo prevenir las consecuencias adversas de la violencia en el desarrollo infantil y proteger a los niños de estos entornos perjudiciales”, declaró la directora del Observatorio dela Niñez.
Vania Martínez, psiquiatra infantil y del adolescente, junto con desempeñar funciones como académica dela Universidad de Chile, manifestó que tanto en la Región de Antofagasta como a nivel nacional, existe una precarización en cuanto a las redes de apoyo, tanto en el sector público como privado, situación que contribuye a que el ambiente en los barrios se vuelva inseguro.
“Acá se debe entender que lo importante no es trabajar de manera sectorizada, sino que en su conjunto, porque al fin y al cabo la violencia en sectores se debe a que no se han tratado puntos relacionados, por ejemplo, a educación, desarrollo social, entre otros”, añadió la también directora del Núcleo Milenio Imhay.
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El investigador de Imhay y académico de la Universidad de los Andes, Dr. Jorge Gaete, participó en webinar acerca de los desafíos de la violencia digital, donde advirtió sobre la complejidad del fenómeno y la necesidad de abordar el tema con participación de las familias, la comunidad, de quienes sufren los ataque y también de quienes los realizan.
Todas las encuestas e investigaciones lo confirman: en los últimos años, cada vez más personas -niños/as, jóvenes y también adultos- son víctimas de algún tipo de acoso, violencia o perjuicio cometido a través de algún medio tecnológico digital. Y es que estas herramientas de comunicación, que en un principio fueron consideradas como un vehículo para el desarrollo, también se han convertido en un potente amplificador de conductas como la burla, el desprestigio, la humillación o el hostigamiento. Más aún si se considera que varias herramientas digitales funcionan amparadas por el anonimato.
Para abordar esta creciente violencia a través de canales digitales, el Núcleo Milenio de Desigualdades y Oportunidades Digitales (NUDOS), organizó un webinar que contó con la participación de Cecilia Ananías, directora de la ONG Amaranta; el sociólogo e investigador de NUDOS, Raimundo Frei; y el investigador principal del Núcleo Milenio Imhay y académico de la Universidad de los Andes, Dr. Jorge Gaete.
Desde su experiencia como psiquiatra y experto en salud mental infanto juvenil, el Dr. Gaete detalló las consecuencias emocionales que experimentan las víctimas de ciberacoso, de trolling o ‘troleo’, o de grooming (el adulto que en las redes disfraza su edad e identidad para ganarse la confianza de niños o niñas).
Estos actos, explicó el profesional, cuando se repiten en el tiempo, no sólo provocan ansiedad y depresión, sino también “un impacto en la percepción de sí mismo. El acoso repetido puede generar en la víctima una sensación de valor insuficiente, o que se merece el maltrato porque otros así se lo dicen y, finalmente, termina creyendo ese discurso”.
También puede provocar aislamiento social, vergüenza, miedo y “si esto es reiterado y el daño que se produce es muy severo, puede causar también un estrés postraumático formal, con flashback, pesadillas, sensación de hipervigilancia y ansiedad flotante en general”, advirtió el Dr. Gaete.
Víctimas y perpetradores
Un dato revelador acerca de la complejidad del fenómeno del acoso es que entre 85 y 90 por ciento de quienes hostigan o agreden, a su vez, también son víctimas de bullying.
“Como es un fenómeno que está basado en elementos más bien de funcionamiento social y de grupo, es importante mencionar que no hay características que digan que una persona es típicamente víctima o que esta otra es típicamente agresora”, mencionó el investigador de Imhay. “Hay que tener cuidado con esas etiquetas, porque muchas veces lo que va detrás es estigma y una concepción acerca del rol que tienen las personas dentro de un grupo en particular. Por ejemplo, se piensa que las víctimas podrían ser más tímidas, con menos habilidades sociales, con menos capacidad de defensa. ¡Cuidado con eso! Puede que sea, pero también hay perpetradores/as con las mismas características y, en ese sentido, hay que tener bastante cuidado con la etiqueta. Las causas de la agresión son multifactoriales”.
Respecto a las estrategias para enfrentar este problema, el investigador de Imhay citó un metaanálisis de 2019 de la científica irlandesa Hannah Gaffney, que luego de revisar 24 trabajos sobre programas de prevención del ciberacoso concluyó que, en general, las iniciativas pueden reducir en 15 por ciento la perpetración, y en 14 por ciento la victimización. “Los resultados son muy variables, ya que no todas las intervenciones son iguales. Hay algunas sobre las cuales no tenemos claridad del impacto que generan, entonces hay que tener mucho cuidado todavía”, comentó el investigador de Imhay.
Y agregó que en estas acciones preventivas deberían incluirse también los/as perpetradores/as: “especialmente en el contexto educacional, pero separados de las víctimas, no juntarlas, no generar esta sensación de que ‘tienen que mediar un proceso’. Eso es complejo, porque muchas veces están en los mismos cursos. Pero es importante tener una mirada de cómo poder trabajar por separado, siempre dando un espacio bien importante a la víctima, porque sabemos que tiene las mayores consecuencias negativas de esto y, en ese sentido, es relevante generar instancias de apoyo, de consejería y de apoyo psicológico en los mismos centros educativos”.
Desarrollar competencias
En su exposición durante la actividad, el Dr. Jorge Gaete insistió en que el fenómeno de la agresividad, canalizada en violencia digital o de cualquier otro tipo, responde a múltiples causas, tanto individuales como familiares e incluso sociales, en el caso de barrios sometidos por la delincuencia. Por eso, recalcó que es importante hacer prevención desarrollando capacidades internas en la juventud.
“Muchas veces algunos elementos de violencia tienen que ver con que no puedo manejar emociones como la rabia, la agresión, que pueden ser naturales y esperables para un chico o chica que de repente sí se siente frustrado/a. Yo diría que hay un énfasis ahí, en cómo lo regulo y cómo manejo esa emoción a través de estrategias con un desarrollo más bien de la capacidad. Lo mismo con la familia: un énfasis en mejorar las estrategias parentales acerca de la comunicación, cómo mantener la confianza estableciendo, al mismo tiempo, límites sobre lo que puede o no podría hacer, pero no todo tan punitivo, tan restrictivo. Muchas veces eso nos juega en contra. Hay que desarrollar competencias en distintos niveles”.
Además, enfatizó en que el fenómeno del acoso a través de las redes digitales no debe verse de manera particular, sino que “hay que tener la visión de un modelo de intervención mucho más amplio, y probablemente, desde la prevención del bullying tradicional y una bajada al ciberacoso, y no al revés. Eso, en general, tiene mayor efectividad. Y en ese sentido, cuando se involucra, por ejemplo, a la comunidad educativa, padres y a toda la comunidad, tiene mucho más impacto también. Es decir, no sólo multinivel, sino multicomponente también”.
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El Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes junto al Servicio Local de Educación Pública Barrancas certificaron a 32 docentes y asistentes de la educación luego de haberles entrenado para desarrollar habilidades con el objetivo de saber cómo abordar el riesgo suicida en los/as estudiantes. Se trata de un modelo de entrenamiento de competencias pionero en nuestro país.
Las conductas suicidas entre los adolescentes son una preocupación social y de salud pública importante. Las escuelas y liceos son entornos comunitarios donde las y los adolescentes pasan gran parte del tiempo, convirtiéndose en espacios fundamentales para la detección temprana y la intervención en salud mental, ya que ofrecen oportunidades únicas para identificar y apoyar a jóvenes en riesgo de suicidio.
A diario, docentes y asistentes de la educación desempeñan un rol activo en el acompañamiento de la trayectoria educativa y el desarrollo de miles de estudiantes a lo largo del país. Uno de los aspectos más relevantes de las estrategias de prevención del suicidio basadas en gatekeepers es la creación de capacidades en las comunidades educativas, donde los equipos educativos puedan apoyar a estudiantes en riesgo de suicidio desde su rol.
Es así que, hace unos días, el Núcleo Milenio Imhay junto al Servicio Local de Educación Pública de Barrancas, certificaron como gatekeepers para la prevención del suicidio a 32 docentes y asistentes de la educación del Liceo Ciudad de Brasilia de Pudahuel y Liceo Héroes de la Concepción de Cerro Navia.
El término «gatekeeper» se refiere a personas que, aunque no son expertos en salud mental, suelen ser el primer punto de contacto para quienes enfrentan problemas emocionales. Su rol es identificar los riesgos potenciales, manejar la crisis inicial entregando un primer apoyo y, posteriormente, derivar a la persona a un/a profesional especializado/a que pueda proporcionarle un tratamiento apropiado.
El entrenamiento como gatekeepers para la prevención del suicidio realizado en ambos establecimientos educacionales fue liderado por la psicóloga e investigadora doctoral de Imhay, Belén Vargas, como parte de su trabajo de doctorado denominado “Co-diseño y evaluación piloto de una estrategia de facilitación de la implementación para la adopción de una intervención gatekeeper para reducir el riesgo suicida adolescente en escuelas públicas chilenas”.
Este modelo de entrenamiento de competencias, pionero en nuestro país, ha sido denominado DAS por el acrónimo de los principios de actuación que orientan el rol de gatekeeper: Detección, Apoyo y Seguridad. El entrenamiento contempla 16 horas presenciales, donde las y los participantes adquieren nuevos conocimientos, reflexionan sobre actitudes en torno a la prevención del suicidio, y practican habilidades que les posibilitarán entregar un primer apoyo en sus comunidades.
Al respecto, la líder del proyecto, Belén Vargas, señaló que “Estamos con mucha alegría celebrando este gran momento donde los primeros gatekeepers se están certificando en un modelo de entrenamiento de competencias. Lo que viene ahora, que es la parte nuclear de este proyecto de investigación, es acompañar a estas comunidades educativas a que esta intervención cobre realidad de una manera sustentable y que ellos puedan implementar estas herramientas de una manera sostenida en sus comunidades educativas”.
Por su parte, Erick Caballeri, director del liceo Ciudad de Brasilia, mencionó que: “El día de hoy estoy súper contento de que nuestra comunidad educativa, a través de un número importante de funcionarios, profesores, asistente de la educación y directivos, nos capacitamos en un tema tan importante como es la prevención del suicidio. Consideramos que es un tópico relevante, que contribuye a la salud mental, que es algo que de verdad está muy dejado de lado en nuestro país y que necesita realizarse, necesita trabajo, necesita capacitación y desde esa esfera, nosotros estamos súper contentos de formar parte de este proyecto”.
En tanto, Yosires González, directora del Liceo Héroes de la Concepción, indicó que “Sabemos que hoy en día, el paradigma educativo nos dice que los aprendizajes profundos tienen que ver con la contención emocional y dar respuesta a nuestros estudiantes. (…) Y nuestros profesores y asistentes de la educación al certificarse como gatekeepers, van a instalar al interior de la comunidad educativa herramientas poderosas, que van a permitir dar respuesta de mejor manera a la prevención del suicidio, un tema que no es fácil, que muchos evitan, pero que es importante, porque educar es prevenir”.
La ceremonia de certificación se llevó a cabo en el Centro Cultural Siglo XXI de la comuna de Pudahuel, instancia que marcó un hito al certificar a los/as primeros/as gatekeepers del Servicio Local de Educación Pública Barrancas y trazando, de esta manera, el punto de partida para el proceso de implementación de esta intervención en las comunidades educativas participantes.
Junto con Belén Vargas, participaron como colaboradores del entrenamiento, Alejandro Riquelme, Coordinador del Programa Nacional de Prevención del Suicidio del Minsal y Magdalena Errázuriz, pasante de investigación Imhay.
Se trata de programas creados con Inteligencia Artificial que interactúan con los usuarios a través de texto o voz, y ofrecen apoyo emocional inmediato, intervención en crisis, entrega de información u orientación para conectar con profesionales. Sobre este tema fue consultado el investigador joven de Imhay y académico de la Universidad San Sebastián, Dr. Álvaro Jiménez.
De acuerdo con la novena versión del Termómetro de Salud Mental de la ACH y la UC, un 13,4% de los encuestados muestra sospechas o presencia de problemas de salud mental. Aunque esta cifra representa una disminución en comparación con mediciones anteriores, sigue reflejando un problema significativo en el país.
La tecnología está desempeñando un papel fundamental en la contención y orientación de diversos problemas psicológicos. Gracias al uso de la Inteligencia Artificial, se han desarrollado chatbots de salud mental, programas que interactúan con los usuarios a través de texto o voz, y que pueden ofrecer apoyo emocional inmediato, intervención en crisis, así como información y orientación para conectar con profesionales de la salud.
Al respecto, el psicólogo Álvaro Jiménez, académico e investigador de la Facultad de Psicología y Humanidades de la Universidad San Sebastián (USS) y del Núcleo Milenio Imhay, explica que estos sistemas “permiten monitorear el estado de ánimo y acompañar intervenciones terapéuticas. Además, una de sus ventajas es el anonimato, lo que ayuda a superar barreras relacionadas con la estigmatización y las dificultades logísticas para acceder a ayuda”.
En términos generales, los chatbots de salud mental pueden ser un aporte en situaciones de crisis, ya que están programados para reconocer señales de riesgo o crisis como pensamientos suicidas. Al respecto, Jiménez indica que “al estar disponibles 24/7 son capaces de detectar señales de alerta de manera temprana, lo que facilita la intervención oportuna por parte de profesionales de la salud. Por otro lado, pueden promover la búsqueda de ayuda o conectar a los usuarios con líneas de ayuda”.
Otra de las utilidades de este tipo de chatbots, señala el académico, es que “proporcionan información sobre temas relacionados con salud mental en contextos donde los recursos o el acceso es limitado, como, por ejemplo, en áreas rurales o países de bajos ingresos”. Sin embargo, recalca que no son de provecho cuando se padecen problemas de salud mental severos.
Eventuales riesgos en torno a su uso
Aunque los chatbots de salud mental pueden generar alertas en tiempo real y conectar a los usuarios con profesionales de la salud, todavía se encuentran en una fase temprana de desarrollo y enfrentan importantes desafíos. Como explica Jiménez, “existen desafíos en términos de seguridad y privacidad de las interacciones. Aunque se presentan como herramientas confidenciales, los chatbots pueden utilizar la información privada de los usuarios para fines comerciales, como entrenar otros algoritmos de IA. Actualmente existe una falta de regulación en el uso de estas tecnologías en salud mental, lo que deja brechas en la protección de datos personales de los usuarios”.
Por otro lado, existen riesgos asociados a los sesgos de diseño o programación de la Inteligencia Artificial. “Estos sesgos algorítmicos suponen desafíos éticos, ya que los chatbots pueden reproducir desigualdades al estar mal diseñados para grupos vulnerables o tradicionalmente marginados. De hecho, los chatbots no tienen la capacidad de comprender el mundo subjetivo de las personas en su contexto, es decir, dentro de múltiples factores socioculturales y contextuales que afectan la salud mental”, indica el investigador.
En cuanto a las particularidades del trabajo en salud mental, Jiménez subraya que uno de los principales desafíos radica en la relación que se establece con la tecnología y en sus limitaciones para comprender situaciones emocionales complejas.
“El marketing de estas aplicaciones se basa en humanizar a la máquina para explotar la confianza del usuario, lo que puede llevar a malentendidos sobre sus capacidades. Por ejemplo, algunos chatbots se presentan como agentes terapéuticos, lo que fomenta malentendidos o expectativas poco realistas sobre su capacidad para proporcionar apoyo”. Por lo tanto, es importante que los usuarios comprendan que esta tecnología no sustituye el apoyo que ofrecen terapeutas o profesionales de salud.
Al respecto, el investigador USS indica que “muchos chatbot han mostrado interacciones inadecuadas ante determinados síntomas o estados emocionales. Los seres humanos utilizamos metáforas o expresiones lingüísticamente complejas para manifestar nuestros estados emocionales, muchas veces con ambivalencia, sutilezas que los chatbots pueden malinterpretar. En ese sentido, los chatbot no han superado a los humanos en su capacidad de reconocer síntomas ni de diagnóstico”, enfatiza Jiménez.
Reconociendo que los chatbots pueden ser herramientas muy valiosas en salud mental, Jiménez indica que “un riesgo importante está asociado a los incentivos del proceso de desarrollo de algoritmos de inteligencia artificial en salud. Me parece que existe un riesgo real de aumento de la medicalización o patologización de estamos emocionales que son respuestas normales y adaptativas frente a situaciones estresantes de la vida. Los chatbots podrían contribuir a patologizar la tristeza, y de ese modo podrían contribuir al sobrediagnóstico de problemas de salud mental. Por ello es muy importante que evaluemos rigurosamente estas tecnologías, es crucial involucrar a los usuarios finales en su desarrollo y que la comercialización sea transparente sobre sus limitaciones para evitar malentendidos terapéuticos o respuestas inadecuadas en situaciones de crisis”.
Fuente: Estrategia online
El Dr. Alvaro Vergés, investigador del Núcleo Milenio Imhay, especializado en el estudio de adicciones, lidera proyecto que busca analizar estos factores en adultos/as emergentes. Su motivación es generar evidencia que permita aportar en la formulación de estrategias preventivas y tratamientos para abordar cuadros complejos, donde los problemas por uso de sustancias se entrelazan con otros trastornos de salud mental.
Desde que realizó su práctica clínica en la Unidad de Drogas del Instituto Psiquiátrico de Santiago y luego, cuando trabajó en el COSAM de la comuna de Huechuraba, las conductas adictivas se convirtieron en el foco de interés científico del psicólogo Alvaro Vergés.
“Encontraba que en las adicciones se desarrollaban muy potentemente todos los niveles de análisis posibles, y yo tenía intereses que iban desde la psicología y la sociología, hasta la neurociencia. Creo que, en este tipo de casos, son más visibles y evidentes los problemas con los que se deben lidiar, por ejemplo, con la familia, problemas económicos e, incluso, el mismo tema del narcotráfico, cuando se trata de sustancias ilegales”, explica el investigador adjunto del Núcleo Milenio Imhay, Doctor en Psicología Clínica de la Universidad de Missouri-Columbia, EEUU, y académico de la Universidad de los Andes.
En enero pasado, el equipo del Dr. Vergés se adjudicó el proyecto Fondecyt Regular “Impulsividad y calidad del sueño como predictores de síntomas de conductas adictivas y depresión en la adultez emergente”, el que busca comprender aquellos factores detrás del fenómeno. Según explica, en los últimos años, se ha puesto énfasis en estudiar el sueño como un factor común de vulnerabilidad en distintos trastornos mentales.
“La idea de este nuevo proyecto es trabajar con dos factores transdiagnósticos: la impulsividad y la calidad de sueño. Uno podría decir que ambos son afectados a su vez por la psicopatología, porque, por ejemplo, cuando una persona consume sustancias puede volverse más impulsiva y, al mismo tiempo, presentar depresión, trastorno que en sí ya altera el sueño. Ése es justamente el desafío en términos de investigación: poder identificar qué ocurre primero y qué ocurre después”.
Para este proyecto se evaluará a un grupo de participantes que forma parte del Estudio de Crecimiento y Obesidad del Centro de Investigación en Ambientes Alimentarios y Prevención de Enfermedades Crónicas Asociadas a la Nutrición (CIAPEC), perteneciente al Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos de la Universidad de Chile (INTA). Este grupo, compuesto por más de mil participantes, comenzó a ser estudiado en el año 2006, a los 3 o 4 años de edad, y ahora que ya son jóvenes “los investigadores a cargo sintieron la necesidad de empezar a evaluar otros elementos más allá de la nutrición y de la obesidad, porque en la adolescencia suceden más cosas. Y es ahí donde entramos con mi equipo de investigación a analizar estos otros temas de consumo de sustancias e impulsividad”, dice el científico de Imhay.
El proyecto considera evaluar a los/as jóvenes en dos ventanas de tiempo: una evaluación anual -como se hace tradicionalmente en los estudios longitudinales- con instrumentos para determinar su estado de ánimo, cómo duermen y conocer si hay consumo de sustancias. La otra, será una evaluación anual intensiva, donde se medirán las mismas variables todos los días, por dos semanas.
La idea, indica el Dr. Vergés, es ver la relación temporal y llegar a entender qué se presenta primero y qué después, porque las mediciones a largo plazo pueden ser muy distintas de cómo se manifiestan en el día a día. “Por ejemplo, si alguien tuvo una mala noche de sueño, queremos saber qué implica eso en términos del estado de ánimo o de consumo de sustancias al día siguiente. Ese tipo de cosas queremos ver”, explica el investigador responsable del proyecto.
Predecir las consecuencias de la impulsividad
Este trabajo es una suerte de continuación del Fondecyt Regular “Impulsivity Facets and Substance Use Disorders”, que también fue dirigido por el Dr. Alvaro Vergés. Dicha investigación analizó dos muestras: un grupo de adolescentes de población general y otro grupo compuesto por personas en tratamiento por conductas adictivas.
La idea, según relata, fue analizar, a lo largo del proceso, la relación entre factores de personalidad -en especial la impulsividad, que es uno de los comportamientos más presente en las adicciones- con los trastornos por uso de sustancias. Esto es, desde el inicio del consumo y la aparición de algunos síntomas, hasta cuando el trastorno ya estaba instalado en las personas en tratamiento.
“El objetivo era ver cómo la impulsividad incidía en la persistencia de los síntomas y eventualmente en la recuperación. Y, a la vez, comparamos dos modelos de impulsividad que hay en la literatura. Uno, centrado en la impulsividad, en la motivación y en la falta de control inhibitorio. El otro, en tanto, en la urgencia, que es actuar impulsivamente frente a emociones intensas, positivas o negativas”, indica el académico.
Y explica que: “trabajamos con los/as adolescentes, particularmente con los que reportaban que nunca antes habían consumido, y vimos cuáles de ellos/as empezaban a consumir un año después. Y constatamos que, hasta cierto punto, había un modelo que tenía la capacidad de predecir el inicio del consumo”.
Ciencia y políticas públicas versus intereses
Las investigaciones realizadas por el Dr. Vergés no sólo apuntan a comprender mejor los trastornos adictivos y sus factores asociados, sino también proveer de evidencia científica a las instituciones encargadas de generar políticas públicas relacionadas a la prevención y el tratamiento. En ese sentido y, en base a su experiencia en el tema, el profesional opina que el SENDA (Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol) está realizando un buen trabajo en el ámbito del diseño de programas de intervención, ya que cuentan con equipos interesados en examinar los resultados generados por la ciencia. De esta forma, destaca los avances conseguidos respecto al control del consumo de tabaco y el nuevo reglamento de la Ley de Alcoholes, donde existe mayor regulación sobre el etiquetado y es más restrictivo en cuanto a la publicidad de bebidas alcohólicas.
Pero, a su parecer, aún se podría avanzar más. “Hay evidencia internacional que sugiere aumentar, por ejemplo, los impuestos cuando se trata de alcohol, de tal forma que sea más caro adquirirlo. En comparación con otros países, en Chile todavía sigue siendo muy barato comprarlo y eso evidentemente nos pone en una situación poblacional de mayor riesgo, porque es un elemento muy accesible”, plantea el investigador de Imhay.
“Yo creo que hay harto en lo que se puede mejorar, pero eso tiene que ver más con quienes están a cargo de legislar y que va más allá de lo que puede hacer la comunidad o las instituciones a cargo de la implementación de las políticas públicas. Lo que sucede es que aún persisten, por ejemplo, intereses de la industria con los que es difícil luchar”, concluye el Dr. Vergés.
La actividad, organizada por el Núcleo Milenio de Desigualdades y Oportunidades Digitales (NUDOS), reunirá a destacados expertos del ámbito académico y social, entre ellos, el investigador principal del Núcleo Milenio Imhay y profesor de la Universidad de los Andes, Dr. Jorge Gaete, quienes discutirán las múltiples dimensiones de la violencia digital y su impacto en la salud mental de diferentes grupos de la población.
El evento comenzará a las 10:00 y estará moderado por Teresa Correa, directora alterna de NUDOS y académica de la Universidad Diego Portales. A lo largo de una hora, se abordarán temas críticos que van desde la agresividad en línea hasta las implicaciones de género en la violencia digital, pasando por los efectos psicológicos que esta problemática tiene sobre adolescentes y jóvenes.
El webinar contará con la participación de:
– Raimundo Frei, investigador adjunto de NUDOS, quien abrirá la discusión con una presentación sobre violencia digital y agresividad digital, explorando quiénes son las personas más afectadas y cómo enfrentan esta realidad.
– Jorge Gaete, investigador principal del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), quien abordará los efectos psicológicos de la violencia digital y cómo esta afecta el desarrollo emocional, académico y social de los más jóvenes.
– Cecilia Ananías, directora de Amaranta ONG, quien discutirá el Proyecto de Ley sobre Violencia Digital actualmente en discusión, enfocándose en cómo la violencia digital impacta de manera desproporcionada a mujeres y personas de la comunidad LGBTQ+, y qué aspectos quedan pendientes en la legislación.
El evento culminará con un espacio de discusión abierto en el que los participantes podrán plantear preguntas y reflexiones. Este webinar es una oportunidad única para profundizar en la comprensión de los desafíos que plantea la violencia digital y para conocer de primera mano las iniciativas que buscan abordarlos desde una perspectiva inclusiva y centrada en la salud mental.
El webinar es gratuito y está abierto al público. Los interesados pueden inscribirse AQUÍ
Fuente: Núcleo Milenio NUDOS
A través de simposios y presentación de pósters, un grupo de integrantes de Imhay, liderados por nuestro director alterno, Dr. Álvaro Langer, dio cuenta de sus investigaciones en uno de los principales encuentros mundiales de la temática y que se realizó por primera vez en América Latina.
Hasta la ciudad de Buenos Aires, Argentina, llegó un grupo de integrantes del Núcleo Milenio Imhay para participar en la Conferencia Mundial de la Asociación para la Ciencia Contextual-Conductual (ACBS, por sus siglas en inglés), organización científica profesional que cuenta con representación en diferentes países del mundo y cuyo trabajo se relaciona con las terapias conductuales contextuales, la teoría de los marcos relaciónales, la teoría de la cognición y lenguaje humano, entre otros temas.
El evento, que tuvo un éxito de convocatoria, reunió a 900 profesionales de todo el mundo y se convirtió en una experiencia enriquecedora que permitió fomentar, establecer conexiones y potenciales colaboraciones entre sus asistentes, además de compartir nuevos conocimientos. La conferencia estuvo marcada por la realización de diversas actividades científicas como: simposios, ponencias, debates y presentaciones de posters.
Es este contexto que un grupo de integrantes del Núcleo Milenio Imhay, compuesto por el Dr. Álvaro Langer, director alterno de Imhay; Reiner Fuentes, investigador joven; y los investigadores doctorales, Jaime Yáñez y Jonathan Salazar, quienes, además, son estudiantes del Doctorado en Psicología y Salud Mental de la Universidad San Sebastián, presentaron los trabajos de investigación que actualmente están desarrollando.
El Dr. Langer presentó el tema: “Factibilidad de una intervención basada en mindfulness en contextos educativos con vulnerabilidad psicosocial”, que forma parte del proyecto Fondecyt que actualmente lidera. En la ocasión, destacó la amplia colaboración que han tenido los establecimientos educacionales de la ciudad de Valdivia, donde cerca del 70 por ciento de los liceos que cumplieron los criterios de inclusión, decidieron participar. Esto, según comentó, podría traducirse, a futuro, en la aplicación de la intervención a una mayor escala.
“En la conferencia dimos a conocer cómo se ha llevado a cabo el proceso de investigación, donde comentamos las barreras y facilitadores en su implementación, detectadas tanto por estudiantes como por profesores. También destacamos la opinión de los adolescentes, quienes mencionaron que es una intervención que les gustó, les pareció útil y les ha permitido mejorar su concentración y regular sus emociones, entre otros aspectos”, comenta el Dr. Langer.
Respecto a su participación en este encuentro internacional junto a estudiantes de doctorado, el director alterno de Imhay menciona que: “Fue muy interesante poder haber participado y colaborado con estudiantes del programa de Doctorado de la Universidad San Sebastián, quienes también forman parte de Imhay, ya que ellos pudieron presentar las temáticas que están trabajando. Fue una experiencia muy enriquecedora para su formación doctoral y también para mí, ya que, como investigador principal del Núcleo, es muy importante acompañarlos en este proceso formativo”.
Por su parte, el investigador joven de Imhay, Reiner Fuentes, fue parte del simposio «Flexibilidad y Rigidez Psicológica: Aplicaciones de ACT en Diversos Contextos y Poblaciones», donde presentó el estudio «Evitación Experiencial, Autocompasión y Afrontamiento Religioso en cristianos: un análisis de mediación en serie»
Sobre su participación en el evento, el investigador de Imhay y director Centro de Estudios y Atención Psicológica de la USS, sede Valdivia, señala que “fueron cerca de 6 días de aprendizaje, donde pudimos interactuar con exponentes y autores muy relevantes en el área. Además, se convirtió en un espacio crecimiento, ya que pudimos conocer metodologías innovadoras en investigación, cómo integrar nuevos abordajes psicoterapéuticos y también se dio la oportunidad para pensar en conjunto el futuro de las ciencias contextuales y conductuales”.
Y agrega que todo el equipo “estuvo muy atento a cada espacio de desarrollo, porque pudimos vincularnos, establecer contactos y redes en la línea de intervenciones eficaces en la salud mental de jóvenes y adolescentes”.
Finalmente, los investigadores doctorales de Imhay y doctorantes de la Universidad San Sebastián, participaron de esta conferencia mundial a través de la presentación de sus investigaciones en formato póster. Jonathan Salazar, presentó el tema “Asociación entre Evitación Experiencial, Gratitud y Bienestar Psicológico en estudiantes adolescentes”, mientras que Jaime Yáñez abordó el tema “Compasión y autocompasión en trastorno límite de personalidad: Consideraciones y oportunidades a partir de un caso”.
El Dr. Rolando Castillo, investigador joven de Imhay, participa en PRESCIENT, estudio internacional que busca analizar a más de mil pacientes con alto riesgo clínico de psicosis, con el objetivo de desarrollar algoritmos que predigan el curso de la enfermedad y así crear intervenciones que permitan prevenir el avance de los trastornos psicóticos y reducir el impacto que causa en la vida de los individuos.
El psiquiatra Rolando Castillo obtuvo su Doctorado en Ciencias Médicas en la Universidad de Chile con una investigación acerca de predictores clínicos, cognitivos y electroencefalográficos del primer episodio psicótico. Fue un estudio pionero realizado en nuestro país para identificar señales tempranas de alteración en personas con riesgo de psicosis.
“Toda la ciencia respecto a esta temática se hace mayormente en países desarrollados y no había mucha investigación que diera cuenta de qué es lo que ocurre localmente”, explica el joven científico. Por lo tanto, su estudio “entrega una originalidad, por lo menos sociocultural”, agrega.
En concreto, sus pesquisas en población local lograron replicar que “efectivamente hay alteraciones tempranas, es decir, los/as pacientes tienen síntomas significativos años antes de que se manifieste una psicosis, por ejemplo, presentan alteraciones cognitivas y ciertas alteraciones que se pueden observar en los exámenes electroencefalográficos”.
Hoy, el médico -que integra Imhay en calidad de investigador joven- está embarcado en un proyecto similar, pero de mucho mayor alcance. Se trata del Estudio PRESCIENT, una investigación internacional financiada por el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) y que agrupa a doce centros de Europa, Asia, Australia y Sudamérica (Chile). Por nuestro país participa el Laboratorio de Psiquiatría Traslacional de la Clínica Psiquiátrica Universitaria de la Universidad de Chile donde trabaja el Dr. Castillo, y que es dirigido por la Dra. Rocío Mayol, también investigadora joven de Imhay.
Este estudio colaborativo busca entender qué ocurre con las personas que están en riesgo de desarrollar una psicosis “pero a muchos más niveles de los que yo investigué en mi tesis”, explica el joven científico. De hecho, a diferencia de los 50 casos analizados en su investigación, este estudio internacional pretende estudiar a 1.200 personas.
Según relata, este estudio cuenta con un mayor presupuesto, lo que permite realizar electroencefalografías, resonancias magnéticas, exámenes de sangre, de cortisol en saliva, seguimiento a través de aplicaciones móviles, evaluaciones clínicas y psicosociales. “Básicamente es entender, en 360 grados, qué es lo que ocurre con estas personas”, comenta el Dr. Castillo.
El segmento poblacional que se está estudiando corresponde al de jóvenes con ultra alto riesgo de desarrollar un trastorno psicótico en comparación a la población general debido a particulares síntomas y/o antecedentes familiares. En este contexto, puede suceder que para algunas personas estos síntomas iniciales puedan empeorar con el tiempo avanzando hacia una psicosis. Para otras, en tanto, los síntomas pueden permanecer iguales, disminuir e incluso desaparecer por completo.
Lo que la ciencia ha empezado a descubrir es que antes del primer episodio psicótico existen alteraciones en esos cerebros jóvenes. Esa información es la que alimenta el deseo de poder crear intervenciones tempranas, porque “el no tener una psicosis ahora no significa que no estén pasando cosas a nivel cerebral. Y esas cosas son identificables, clínica y biológicamente, lo que permitiría intervenir tempranamente en casos de riesgo”, recalca el Dr. Castillo.
De hecho, se calcula que entre un 70 y 80 por ciento de los casos de enfermedad psiquiátrica se presentan entre los 15 y los 25 años. Por lo tanto, éste es un grupo vital para hacer intervención.
“Cuando hablamos de prevención, los resultados indican que los/as pacientes no solo mejoran su satisfacción personal y calidad de vida, sino que también se retrasan los síntomas -como los brotes y episodios psicóticos- por lo menos en dos a tres años, lo cual es fundamental en una etapa del desarrollo donde la juventud se impone metas importantes”, acota el investigador joven de Imhay.
“No es lo mismo tener un brote psicótico a los 25 años cuando uno tiene pareja, estudios completos y trabajo, que cuando uno tiene 18 y no ha terminado el colegio, no ha completado la red de apoyo de amistades, no ha logrado armar vida de pareja, por ejemplo. Entonces, básicamente, atrasar el episodio es cambiarle la biografía y trayectoria de vida a las personas”, agrega el psiquiatra.
Convencer a tomadores/as de decisiones
Además de su labor científica en Imhay y en el Laboratorio de Psiquiatría Traslacional de la Universidad de Chile, el Dr. Castillo es docente de Psiquiatría en la carrera de Medicina de la Universidad del Desarrollo y realiza actividad clínica.
¿Qué te motivó a dedicar parte de tu trabajo a la investigación?
– Principalmente porque hay mucha necesidad de ayuda en salud mental. En un porcentaje importante, los tratamientos que actualmente existen ayudan a mejorar el bienestar de las personas con cuadros leves a moderados, sin embargo, en las enfermedades psiquiátricas graves eso no necesariamente ocurre así. Además, hay una proporción de pacientes con patología psiquiátrica grave que no responden al tratamiento. Entonces, se hace necesario investigar en prevención para ayudar a las futuras generaciones y a aquellas personas que presentan estos cuadros clínicos complejos, a acceder a intervenciones tempranas para evitar o retrasar el deterioro y los síntomas que se pueden ir presentando con los años, así como mejorar su calidad de vida.
Si hay evidencia de que existen predictores que pueden ayudar a identificar e intervenir de forma temprana el riesgo de psicosis, ¿qué falta en el sistema de salud chileno para que esto se aplique?
– En Chile, como muchas partes del mundo, hay una alta brecha de acceso a tratamientos en salud mental. Entonces, sin duda, hay un problema multifactorial que involucra recursos económicos, cantidad de personal especializado, infraestructura, cultura y educación respecto a estos problemas. También falta un mayor conocimiento de estas enfermedades psiquiátricas graves por parte de profesionales de la salud mental, porque al no ser cuadros tan frecuentes como otros tipos de enfermedades como la depresión, entonces, muchas veces, se pasa por alto, se normaliza o se confunde.
Comenzar a hablar de este tema es de suma relevancia porque sensibiliza a tomadores/as de decisiones acerca de la importancia de elaborar programas de prevención, identificación e intervención precoz que sean indiferenciados, ayudando a pacientes con riesgo de patología grave pero también a la población general. Por ejemplo, prevenir el consumo de sustancias o el estrés psicosocial ayuda en ambos contextos. El conversar de estos temas permite, a su vez, facilitar la detección y acceso temprano a los tratamientos, aporta a derribar los estigmas que aún prevalecen sobre este tipo de enfermedades mentales más graves y, finalmente, que aquellas personas que lo necesiten, puedan tener un tratamiento profesional oportuno y eficaz.
El mejor obsequio que podemos darles a los niños es entregarles herramientas para que tengan -ahora y cuando sean adultos- una mejor salud mental. Pero ¿qué pueden hacer los padres, cuidadores y educadores para lograrlo? Cinco destacados psiquiatras de niños y adolescentes, entre ellos el investigador de Imhay y académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Infantil y del Adolescente de la Universidad de Chile, Dr. Juan Pablo del Río, responden a Revista Ya, de El Mercurio.
Todo indica que muchos niños no lo están pasando muy bien. Según el psiquiatra de niños y adolescentes Elías Arab, hoy cerca del 30% de los menores de edad enfrentan algún problema de salud mental. A su juicio, han crecido la desregulación emocional, las adicciones, los síntomas ansiosos y depresivos. La capacidad de autorregularse y tolerar la frustración también va en picada. Lo ve a diario en su consulta y en la literatura médica.
Esta es una realidad que preocupa, pero los adultos que rodean a estos niños pueden hacer bastante para entregarles herramientas que les ayuden a tener un mejor presente y futuro, Su impacto sobre la salud mental de los menores es inevitable, para bien y para mal, por lo tanto es clave saber qué hacer y qué no hacer para ayudarlos a construir una base sólida de salud mental que los prepare para la vida adulta. Lo primero, advierte la doctora Marcela Larraguibel, directora del Departamento de Salud Mental y Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, Universidad de Chile, es querer y aceptar a los niños como son. La crianza, advierte, no debe intentar amoldarlos a las preferencias y expectativas de los padres, sino ayudarlos a desplegar su propio potencial.
Lo primero, advierte la doctora Marcela Larraguibel, directora del Departamento de Salud Mental y Psiquiatría de la Infancia y la Adolescencia, Universidad de Chile, es querer y aceptar a los niños como son. La crianza, advierte, no debe intentar amoldarlos a las preferencias y expectativas de los padres, sino ayudarlos a desplegar su propio potencial. Algo que, lamentablemente, ocurre menos de lo que debiera: demasiados padres tienen el foco puesto en lo que el niño no es.
-Los seres humanos, a diferencia de los animales, tenemos un período de crianza muy largo, en el que necesitamos apoyo. Nuestro cerebro está hecho para crecer en un ambiente protegido -explica-. Por eso, si de niño no te sientes aceptado sino desvalido, creces inseguro. Piensas que no sirves, que no puedes, que no eres capaz, que no lo vas a lograr, que no vales la pena, que eres un cacho, un lastre. El niño necesita crecer con cariño, con mucha ternura, con aceptación, con 10 ya validación, con respeto.
Solo sobre ese sustrato, añade, es posible darles herramientas que les permitan desenvolverse en el mundo y estar contentos consigo mismos. Pero si sabemos que la educación socioemocional ocurre todos los días, en cada interacción que los adultos tienen con los menores, ¿cómo hacerla mejor?
Enseñarles a lidiar con la ansiedad
La ansiedad problemática no solo aqueja a los adultos: según Alfonso Correa, jefe de la unidad de salud mental infantil de clínica Alemana y presidente de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y la Adolescencia, Sopnia, es cada vez más frecuente verla también en niños pequeños y preadolescentes.
Lo que pocos padres saben es que cuentan con un instrumento relativamente simple para atenuar la ansiedad en los niños y ayudarles a lidiar con ella cuando crezcan: la rutina.
-Tener cierta predictibilidad en los hábitos no solo aporta orden y enseña a seguir las reglas; su impacto es mucho más profundo, porque saber qué va a ocurrir en relación con algunas cosas ayuda a tolerar bien las otras, que son inciertas y que necesariamente son parte de la vida- asegura el doctor Correa. Y luego lo explica, poniéndose en el lugar del niño:
-Si me acuestan más o menos a la misma hora; si dentro de cierto rango se respetan los horarios de comida, yo puedo predecir lo que viene y eso me da seguridad. Hace que no esté pensando todo el rato en eso, y entonces dejo de dedicar mi pensamiento a la ansiedad que me pueda provocar.
El rol ansiolítico de la rutina tiene una explicación desde la neurociencia. Según el doctor Juan Pablo del Río, profesor asistente del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Infantil y del Adolescente de la Universidad de Chile e investigador del Núcleo Milenio Imhay, las situaciones impredecibles son percibidas por los seres humanos como amenazantes. Cuando son muy recurrentes, se genera lo que se conoce como amígdala hiperreactiva. El efecto es similar a tratar de concentrarse o disfrutar de algo con la alarma de la casa sonando constantemente: el desarrollo cerebral normal no se da, porque el cuerpo consume demasiada energía.
Pero lograr estabilidad -apagar la alarma- no siempre es sencillo. Lo advierte la doctora Larraguibel:
-La mayoría de los padres, casi el 100%, tiene buenas intenciones, pero cuando toca un niño más difícil, muchos se empiezan a desesperar y no mantienen una línea. Un día intentan una cosa, luego otra, y después alegan que nada les resulta. Prueban métodos que leen, o que les cuenta la vecina. Así comienza una conducta errática, que hace difícil que los niños puedan anticipar o predecir; no pueden pensar: si hago esto, pasará tal cosa. Esto afecta a los niños porque nuestros cerebros, también en los adultos, solo pueden hacer planes cuando anticipan las consecuencias de los actos. Solo en un ambiente de cierta estabilidad el cerebro puede ir recibiendo bien los nuevos estímulos, creciendo y haciendo nuevas conexiones neuronales.
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Fuente: Sofía Beuchat, revista Ya.
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