Dra. Alicia Núñez, investigadora principal de Imhay y académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, analiza el Sistema Nacional de Salud que propone el proyecto de nueva Constitución. “Es importante que se dé relevancia a la salud mental”, destaca.
Alicia Núñez, Doctora en Salud Pública, académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile e Investigadora Principal de Imhay.
Once puntos contiene el artículo 44 de la nueva Constitución propuesta para Chile. Once párrafos que sintetizan un nuevo modelo de salud para todos los habitantes, donde se habla del derecho de las comunidades indígenas a mantener sus prácticas ancestrales; se deja al Estado la responsabilidad como pagador único; se determina que las eventuales cotizaciones de las empresas y personas tendrán un fin solidario; y se establecen políticas y programas de salud mental con enfoque comunitario y financiamiento progresivo, entre otras novedades.
El foco de este artículo constitucional es garantizar la salud y el bienestar físico y mental como un derecho fundamental de toda persona. Y si bien en la discusión pública se ha dicho que en vez de asegurar calidad y acceso hay énfasis en el mecanismo de financiamiento y el fin de las isapres como las conocemos, el texto propuesto contiene exigencias importantes, que si bien no están explicitadas, cubrirían aquellos aspectos criticados.
“Al decir que ‘el Estado debe proveer las condiciones necesarias para alcanzar el más alto nivel posible de la salud, considerando en todas sus decisiones el impacto de los determinantes sociales y ambientales’, de alguna forma está considerando un nivel más alto, servicios de salud coordinados e implica, de alguna forma, que no puedes tener un sistema de mala calidad en salud”, explica la académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, Alicia Núñez. Ella es especialista en Control de Gestión, Doctora en Salud Pública e Investigadora Principal de Imhay. “El texto dice que se regirá por principios de ‘eficacia y calidad’, entre otras. Todos estos factores hablan de gestión, y no está separado de la forma cómo se va a garantizar el funcionamiento de un sistema de salud universal”.
El rol del Estado
En su análisis, la Dra. Núñez menciona el caso de Taiwán, que en 1995 cambió su sistema de salud por uno universal, luego de un intenso proceso de revisión de experiencias mundiales, entre ellas la de Canadá, que también se rige por un sistema universal.
“En general, listas de espera son siempre un problema, en cualquier tipo de sistema, no existe el sistema de salud perfecto. Sin embargo, existen experiencias de sistemas de salud universal como el caso de Taiwan que han sido señalados como los mejores sistemas de salud del mundo, donde han realizado un gran trabajo utilizando tecnologías y mejorando de esta manera la conexión de la red sanitaria. Chile tiene una característica que es interesante: de la población total, 15 millones ya están en Fonasa y los que están en el sector privado son unos 3 millones 400 mil. Si uno lo viera solamente desde los números, llegar a la universalidad no significa desplazar a tantas personas. Claro que, cuando uno mira detrás de los números, se trata de 3 millones de personas del sector más pudiente del país”, dice la investigadora de Imhay.
El punto es que las isapres dejarían de percibir los ingresos de esos 3,4 millones de cotizantes, porque en el esquema propuesto cualquier aporte que se cobre a las empresas o a los trabajadores iría a un fondo solidario para ayudar a financiar el Sistema Nacional de Salud. Las isapres dejarían de existir como administradoras de ese dinero y podrían reconvertirse, por ejemplo, en seguros complementarios de salud.
“Al haber una sola entidad pagadora, hay que entender que se eliminan algunos costos. Actualmente, por ejemplo, cada isapre tiene su propia administración y todos esos costos -con la nueva Constitución- se reducen y se evita esa duplicación. Por eso se ha demostrado que en este tipo de sistemas el Estado puede funcionar con un mayor control para reducir algunos costos, porque al final él va a establecer y controlar cómo va a pagar a los diferentes prestadores”, indica la académica.
Según el texto de la nueva Constitución, los prestadores de servicios -equipos médicos, clínicas, laboratorios privados- podrán formar parte del sistema bajo los requisitos que especifique la ley. Es decir, seguirán funcionando como hasta ahora, pero recibirán sus pagos del Estado, no de una isapre.
“Creo que la principal interrogante que ellos ven es que siempre se ha cuestionado qué tan buen administrador podría ser el Estado, si va a pagar cuando corresponde, si acaso los fondos van a llegar a tiempo, etc. Pero son cosas que se pueden regular y van a depender de la manera en cómo se realice la implementación del sistema, no puede ser de un día para otro, requiere de una buena planificación”, plantea la dra. Núñez.
Justamente eso es lo que resulta más desafiante: cómo se llevarán a cabo las transformaciones, los procesos y las definiciones legales. Además, que el sector privado se adapte al nuevo escenario y que los servicios públicos se robustezcan para poder atender la demanda.
“Tendrían que equipararse mejor los sistemas, pero ahí viene el desafío: de qué manera vamos a ser capaces de implementar todo esto, y que no sea tan perceptible y doloroso para el usuario. Si bien del sector público al privado se puede ver más fácilmente la implementación, la idea es que del sector privado al público tampoco haya un rechazo tan fuerte. Ahora han aparecido los miedos, porque la gente piensa que con la nueva Constitución todos vamos a tener que ir a los consultorios, pero aún no está definido cómo va a funcionar, porque no tenemos regulado el sistema. Podría ser la forma natural en que funcionen las redes, pero hoy vemos que la red no opera así porque la gente se salta y va directamente a ver a un especialista, o peor aún, va a una urgencia, que está para atender los casos más graves. Entonces todo el sistema de derivaciones va a tener que funcionar muy bien”.
Equidad, acceso y salud mental
Según la propuesta constitucional, el nuevo Sistema Nacional de Salud se regirá por principios de equidad, solidaridad, interculturalidad, eficacia, calidad y enfoque de género, entre otros principios. Además, promoverá la participación comunitaria en las políticas sanitarias, y -de manera inédita- el nuevo texto especifica que se deben generar políticas y programas de salud mental para atención y prevención, con financiamiento progresivo.
“Hoy en día, el acceso a la salud mental no es igual para todos, es difícil obtener atención. Al pensar en términos de equidad, se esperaría que toda la población pudiera tener acceso, pero no es raro escuchar actualmente a las personas que tienen un cupo al año para usarlo en salud mental”, explica la académica. “El hecho de mencionarlo explícitamente en la Constitución, de alguna forma releva el tema con la importancia que tiene. No sé si contamos con la capacidad para tener especialistas en todos los servicios de salud, que sería lo ideal, pero sí nos va a obligar incluso a las universidades a formar más en esa línea, a contar con más personal preparado que pueda satisfacer este tipo de requerimientos”.
En conversación con Qué Pasa, el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022 e Investigador Senior de Imhay, quien ha dedicado su carrera profesional a la investigación aplicada en el campo de la salud mental y a promover la importancia de esta a nivel nacional y global, habla sobre su trayectoria y lo que este premio significa para Chile.
El Dr. Ricardo Araya Baltra, psiquiatra de la Universidad de Chile, es el nuevo Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022.
El reconocimiento anunciado el viernes 26 de agosto por el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, se debe al amplio reconocimiento tanto nacional como internacional del Dr. Araya “en su calidad de científico y también, en su calidad de investigador aplicado en el campo de la salud mental”, señaló Ávila para justificar el galardón.
También, se debe a que parte de su expediente “está relacionado con la importancia que da la investigación tanto a nivel nacional como global en el sentido de comprender la salud mental desde una perspectiva en salud pública, generando soluciones de alto impacto a problemáticas prioritarias desde un enfoque integrador e intersectorial”, añadió el ministro.
Gracias a un estudio realizado por Araya y su equipo en 2003 y publicado en The Lancet, sobre el tratamiento de la depresión en atención primaria en mujeres de bajos ingresos en Santiago, Chile, se abrió el camino a la introducción del primer Programa Nacional de Tratamiento de la Depresión en Atención Primaria en el país.
En conversación con Qué Pasa, el Investigador Senior del Núcleo Milenio Imhay, conversa sobre sus primeros esfuerzos de innovación en salud mental en la década de los 90, donde fue asesor en el Servicio Nacional de la Mujer (actual Ministerio de la Mujer y Equidad de Género) y estuvo a cargo de la primera Encuesta de Violencia Intrafamiliar, que sentó bases para la Ley de Violencia Intrafamiliar del 2005, y cómo ve la evolución que ha tenido el trato de la salud mental en el país.
El actual director del Centro de Salud Mental Global de King’s College London, Inglaterra, uno de los centros académicos y científicos más importantes del mundo en el campo de la psiquiatría, señala que con este Premio “hay un reconocimiento a la salud mental y a todos quienes trabajan en ello”.
-¿Cómo define la salud mental?
Todos tenemos definiciones de lo que es la salud mental. Para mí es un componente esencial de lo que es salud, es decir salud es más que la salud física. Es un elemento más y tan importante como la física, y es esencial en muchas cosas, no sólo en poder mantenerte vivo, sino que también tiene que ver con tu felicidad, con tus capacidades de poder desarrollarte, de desarrollar tu vida, la productividad, interactuar con otras personas, en fin, tener una vida plena, que va más allá de no tener enfermedades mentales.
-¿Cómo describiría la evolución del trato de la salud mental en Chile durante los últimos 20 años?
Han cambiado muchas cosas, en ese sentido yo soy uno de ellos. Podemos querer que las cosas hubieran ido más rápido, pero la realidad es que en los últimos 20 años el tema salud mental en Chile ha cambiado enormemente.
Como ejemplo, tenemos que llega un candidato a presidente y que está dispuesto a reconocer que él ha tenido problemas por trastornos mentales, y que tuvo la suerte de acceder a tratamientos y que le fue bien, y que después de hacer esa declaración el país ha decidido elegirlo Presidente de Chile. Para mi eso veinte años atrás hubiera sido imposible.
Es un reconocimiento que tener un trastorno de salud mental es una enfermedad como muchas otras. La gran mayoría de los trastornos mentales tienen tratamiento -algunos mejores que otros- y no te discapacita (la gran mayoría, no todas) de algún nivel que no puedas ejercer funciones tan importantes como la de ser Presidente de la República. Para mí es un ejemplo enorme de que las cosas han cambiado.
-Fue una de las personas que sentó las bases para la creación de la Ley de Violencia Intrafamiliar de 2005. ¿Cómo fue exponer que la violencia intrafamiliar era una realidad en el país?
Ese fue un periodo bien especial porque esa fue mi primera vuelta a Chile a fines del 91, época del retorno a la democracia, con lo que hubieron muchos cambios, y muchos reconocimientos a cosas que se asociaban y no a la salud mental.
También, estuvo el tema de la reparación a las personas que habían sido afectadas por violencia estatal, se crearon programas de reparación, pero el tema violencia en sí en nuestra sociedad es un tema siempre presente, no se aleja de nosotros, sigue dándonos vuelta, es una violencia bastante diferente a la de nuestros países vecinos. Pero siempre ha habido un tema que está en el aire en la sociedad chilena, y después de ese periodo de violencia se empezó a hablar mucho más de todo esto y se empezó a hablar de la igualdad de género.
De partida se crea el Servicio Nacional de la Mujer, y ahí se empezó a trabajar una serie de temas relacionadas a la desigualdad de género y qué más extremo que el tema de la violencia intrafamiliar, que por lo demás, es bueno recordar que hay una violencia doméstica intrafamiliar que es en contra de la mujer en las relaciones heterosexuales.
Fue un tema, costó hacerlo entrar, la gente que trabajaba en ese tiempo estaba muy comprometida con el tema, y que iba con la idea de que había que hacer cambios mucho más grandes. Después se hacen las primeras encuestas, se genera una estructura para empezar a pensar qué es lo que vamos a hacer con este problema, se genera toda una estructura con las casas de apoyo, casas de acogida para las mujeres que estaban dispuestas a hacer denuncias, y así todo eso empieza a suceder, y eventualmente hartos años después (2005) se dicta la primera Ley de Violencia Intrafamiliar.
Fue un proceso largo, nada sucede rápido y mientras más rápido empecemos nosotros, hay algunas cosas que suceden un poco más rápido que otras.
-Sobre el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022 ¿esperaba recibir este reconocimiento?
Para ser bien sincero, no lo esperaba (ríe), porque estaba viajando y me encontraba en una serie de reuniones, y ni siquiera le puse mucha atención a cuándo era la fecha de la premiación, porque la realidad es que no creía que era posible.
En realidad me sorprendió gratamente, porque es bonito recibir un premio cuando uno ya está llegando al final de su carrera y ver que hay un reconocimiento personal. Pero más que nada, es un premio para un movimiento, para lo que es la salud mental en Chile y toda la gente que se ha ido sumando.
Chile es una país líder en el tema de investigación de salud mental en Latinoamérica, definitivamente, no me cabe ninguna duda. Yo me atrevería a decir que es superior a lo que se logra en Brasil con la inversión que ellos hacen. Pero, a pesar de eso, no es premio para mí, es un premio para todo el grupo con quien trabajo, no los nombro a todos porque alguno se me quedaría fuera, pero son tantos.
Un premio para todo ese grupo grande de chilenos. Me encantaría poder estar con ellos hoy para celebrar esto y que ellos salieran adelante y no yo, y contar un poco de todo lo que se hace en Chile, porque es mucho y muy bueno, pero no se sabe.
-¿Cuál es su mensaje para quienes trabajan en salud mental en el país?
El mensaje está muy claro. Aquí hay un reconocimiento a la salud mental y a todos quienes trabajan en ello por parte de gente muy importante que conformaban el jurado. Hay un mensaje potente de que hay interés por invertir en salud mental, que se quiere trabajar, que se reconoce cuando se da la oportunidad de demostrar lo que hemos hecho, que se reconoce lo que hemos logrado y que tenemos que seguir avanzando en esa línea, y ojalá yo sea el primero de muchos otros.
-¿Qué hace falta para que en Chile se trabaje más en salud mental desde una perspectiva de salud pública, sobre todo en niños y jóvenes?
Eso ha sido gran parte de mi carrera. Siempre he tenido un enfoque poblacional de salud publica, qué cosas se pueden hacer para mejorar la salud de la población mas allá que la del individuo, aunque claro la suma de todos esos individuos tienen un impacto poblacional por supuesto.
Pero hay cosas que se pueden hacer como actividades, dar oportunidades para que la gente pueda ser escuchada, que en los colegios existan oportunidades para que los jóvenes puedan ventilar sus problemas, que existan oportunidades para que la gente haga ejercicio para la salud mental, sitios abiertos donde la población tenga acceso para ir a descansar, a hacer ejercicio, a relajarse si es que se puede. Son múltiples las cosas que van aportando a la salud mental de la vida diaria.
En el trabajo, por ejemplo, que uno tenga apoyo si las cosas no están resultando bien, que los horarios de trabajo sean adecuados, legislaciones que apoyen el desarrollo de las personas y les permitan expandirse en otras cosas que puedan aportarles a andar más contentos, sentirse más productivas, mejor recibidas por la sociedad. Todas esas cosas son las que aportan a la salud mental a nivel poblacional.
Vamos avanzando de a poco, hay un compromiso político en primer lugar y también uno social donde ves hoy en día que la gente tiene una perspectiva un poco diferente entorno a la salud mental, y esas cosas están sucediendo, tenemos que ver cómo ayudamos todos. No solo una tarea mía, es de todos.
-¿En qué proyectos se encuentra trabajando actualmente?
Actualmente me encuentro en muchos proyectos. La mayoría concentrados en Latinoamérica.
En Chile con el colega Jorge Gaete, quien se acaba de ganar un fondo Corfo bastante grande para trabajar con niños preescolares (3 a 6 años), desarrollamos un juego en el que hemos estado trabajando casi 5 años.
En él tratamos de estimular funciones psicológicas básicas que de acuerdo a la evidencia, se plantea que podrían ayudar a prevenir los trastornos mentales más tarde en la vida. Porque los trastornos mentales realmente empiezan a debutar en la adolescencia en adelante, entonces si uno pudiera de alguna forma desarrollar en los chicos ciertas habilidades, fortalecer ciertas cosas que pudieran prevenir la aparición de los trastornos mentales sería una cosa impresionante. Nadie todavía tiene la solución para eso.
Con la Doctora Vania Martínez, en Imhay, estamos trabajando con jóvenes de diferentes edades de educación secundaria y universitaria, identificando tempranamente si tienen trastornos mentales y desarrollando algunas formas de apoyarlos.
En ambos proyectos utilizamos bastante tecnología y en ese sentido somos pioneros al menos en Latinoamérica.
Ve el artículo original publicado en La Tercera – Qué Pasa AQUÍ
El Premio fue anunciado por el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, quien destacó el amplio reconocimiento, tanto nacional como internacional, del Dr. Araya “en su calidad de científico y también, en su calidad de investigador aplicado en el campo de la salud mental”. De esta manera, el psiquiatra se convierte en el primer profesional de la salud mental en recibir este importante galardón.
El doctor Ricardo Araya Baltra es actualmente profesor e investigador del King’s College London, uno de los centros académicos y científicos más importantes del mundo en el campo de la psiquiatría, y forma parte del equipo del Núcleo Milenio Imhay como Investigador Senior. Durante su carrera ha participado en más de 60 proyectos de investigación y ha publicado más de 300 artículos científicos, que han recibido un alto índice de citas. 20 de esos trabajos han aparecido en la prestigiosa revista médica The Lancet.
“Estoy muy contento de recibir las buenas noticias. Estoy muy agradecido del jurado por haber valorado mis logros. Siento que es un gran reconocimiento personal y un enorme reconocimiento para todas las personas con las que he trabajado. Nada de lo que he hecho, lo he realizado solo. Es un trabajo de equipo y hay mucha gente detrás, que ojalá disfruten tanto como yo de este reconocimiento”.
Y añadió que además “esto es un gran reconocimiento y un respaldo al tema de la salud mental, un tema de debiera preocuparnos a todos, porque tiene repercusiones importantes en todos los aspectos de nuestra sociedad. Con esto queda en claro de que se pueden hacer cosas serias, de una manera rigurosa y aplicar la ciencia al área de la salud mental”.
El jurado a cargo de la decisión estuvo compuesto por el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila; la rectora de la Universidad de Chile, Rosa Devés; el rector de la Universidad de O’Higgins (representante CRUCH), Rafael Correa; el premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnologías 2020, Edmundo Acevedo y Lilian Jara, representante del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación.
El ministro de Educación, Marco Antonio Ávila, afirmó que las investigaciones de Araya «han contribuido a la generación de evidencias científicas de alta calidad y en la toma de decisiones, especialmente sobre estrategias de carácter sostenible en el ámbito de acceso a tratamientos de salud mental en grupos históricamente excluidos».
El secretario de Estado afirmó que las investigaciones de Araya “han contribuido a la generación de evidencias científicas de alta calidad y en la toma de decisiones, especialmente sobre estrategias de carácter sostenible en el ámbito de acceso a tratamientos de salud mental en grupos históricamente excluidos”.
Por su parte, Rosa Devés sostuvo que el Dr. Araya “combina dos cosas: un reconocimiento científico formidable con una producción científica en las más altas revistas de la especialidad y también (…) con la aplicación de esa investigación científica de alto nivel en problemas, en este caso, de salud pública en países de bajos ingresos y en poblaciones vulnerables“.
La doctora Vania Martínez, psiquiatra infanto juvenil, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio Imhay, destaca que es un premio muy merecido, “avalado por la trayectoria a nivel internacional del doctor Araya, pero faltaba este paso de tener reconocimiento nacional, que a veces cuesta”. A ello, agregó que “es la primera vez que un profesional de salud mental gana este premio, así que para quienes trabajamos en esta área es algo muy positivo. Que se reconozca a esta disciplina en esta categoría de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas es muy relevante, porque está bien visibilizada dentro de la comunidad la importancia de la salud mental; de hecho, es una de las prioridades del gobierno, pero falta darle esta categoría de ciencia y cómo ella puede aportar con evidencia a mejorar el bienestar de la población a través de las políticas públicas”.
Según explica, en la unidad que dirige, el doctor Araya ha mostrado su inagotable capacidad de mantenerse al tanto de los nuevos recursos y posibilidades de ayuda que representan los avances tecnológicos, tales como «las herramientas digitales, pues tenemos todo un desarrollo que estamos haciendo en investigación, apoyados por él como nuestro colaborador internacional, estudiando la eficacia o usabilidad de aplicaciones, dispositivos y programas con componentes digitales en estudiantes secundarios y universitarios, para disminuir las barreras de acceso a atención en salud mental en este grupo y, en particular, para mejorar síntomas de depresión y ansiedad”.
Además, la especialista hace hincapié en el trabajo del doctor Araya al crear soluciones que contribuyan a mejorar la salud mental de distintas comunidades basándose en su propia realidad, recursos y características como sociedad que hicieran esas propuestas más pertinentes: «por ejemplo, capacitando a personas de la comunidad para que puedan apoyar a sus vecinos en estos temas. En Chile, sus trabajos impulsaron el que se contratara a psicólogos en la atención primaria, que antes no había».
Innovaciones en salud mental
El doctor Ricardo Araya se tituló de médico en la Universidad de Chile, se especializó en psiquiatría e hizo un posgrado en el Maudsley Hospital de Londres, uno de los centros más prestigiosos del mundo. Comenzó su labor docente y científica en la Universidad de Bristol, luego en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y, desde 2017, en el King´s College, también en Londres, donde es Profesor Titular -una categoría que ningún académico chileno había obtenido antes- de Salud Mental Global.
Ambas instituciones -King´s College y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical- se aliaron para formar el Centro para la Salud Mental Global (CGMH) y nombraron al profesor Araya como codirector, junto con el reconocido psiquiatra indio Vikram Patel. Con él lanzó en 2007 el Movimiento para la Salud Global Mental (MGMH), una red colaborativa de personas e instituciones para mejorar la atención de quienes viven con problemas mentales y trastornos psicosociales, especialmente en países de ingresos medios y bajos. La iniciativa tiene adscritas a más de 10 mil personas de 200 organismos en el mundo.
Es así como el especialista ha dedicado la mayor parte de su carrera a desarrollar propuestas de atención en salud mental para comunidades de bajos recursos y grupos con mayores necesidades en este ámbito, como mujeres, jóvenes y pacientes mayores.
Realizó sus primeros esfuerzos de innovación en salud mental en la década de los ‘90, en Chile, donde fue asesor en el Servicio Nacional de la Mujer y estuvo a cargo de la primera Encuesta de Violencia Intrafamiliar, que sentó bases para la Ley de Violencia Intrafamiliar del 2005. También fue Asesor Científico Superior y Director de la Unidad de Evaluación de Atención Primaria del Ministerio de Salud.
Gracias a los contactos internacionales que el profesor Araya ya cultivaba, consiguió financiamiento del Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos para hacer en Chile un estudio sobre costo-efectividad de un modelo de tratamiento para la depresión en mujeres a nivel de atención primaria. El esquema fue innovador y potente porque, entre otras características, ofrecía una solución a la falta de recursos humanos especializados en la atención psiquiátrica, transfiriendo responsabilidades en el cuidado de la depresión a personal no-médico y empoderando a personas con depresión para fortalecer su autocuidado. Dada la relevancia de este trascendental estudio, la revista científica The Lancet lo publicó en el 2003 como el primer ensayo clínico de una intervención ampliamente exitosa en salud mental en atención primaria en países en vías de desarrollo y con menos recursos.
En Chile el modelo fue implementado a mayor escala y es la base del actual Programa Nacional de Depresión en Atención Primaria. Su impacto sigue siendo visible ya que ha impulsado, por ejemplo, que se formen grupos de autoayuda liderados por mujeres que se han recuperado de su depresión y que comienzan a ayudar a otras que están aún en proceso. Además, el modelo pasó a ser un referente a nivel global, a tal punto que se convirtió en un estándar de atención en varios países, y fue adoptado por la Organización Mundial de la Salud.
En la propuesta de nueva Constitución de Chile, el término “salud mental” aparece dos veces de manera explícita, específicamente en el Capítulo II de Derechos Fundamentales y Garantías. La discusión seguirá después del plebiscito de salida. Salud mental y los aspectos que se relacionan no debieran quedar fuera de este debate, incluido su financiamiento, comenta en The Clinic la académica de la Facultad de Medicina y directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.
A dos semanas del plebiscito constitucional se está planteando cada vez con más fuerza que, en el caso de que el apruebo sea la opción ganadora, debiera haber modificaciones a la propuesta y, en el escenario en que el rechazo sea mayoría, debiera iniciarse un nuevo proceso constitucional. Esto no lleva a deducir que, en cualquiera de las dos situaciones, la discusión en torno a la Constitución no estará cerrada el 5 de septiembre. Temas como la plurinacionalidad y los sistemas de justicia indígena están dentro de los más controversiales y discutidos. Una temática poco debatida, pero que afecta a gran parte de la población es la salud mental.
Las enfermedades o trastornos mentales tienen una alta prevalencia en Chile y esto se ha visto acrecentado por la crisis sanitaria por la pandemia de Covid-19. Personas de nivel socioeconómico más bajo, jóvenes y mujeres estarían dentro de las más afectadas en su salud mental. Por otra parte, aún sin tener una patología o diagnóstico de una enfermedad mental, esta temática debiera convocarnos a todos, debido a que la definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para salud mental es “un estado de bienestar en el cual el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, puede trabajar de forma productiva y fructífera y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.
En el sitio Constitute Project se pueden comparar distintas Constituciones del mundo en diferentes tópicos. Es así como al poner en el filtro el término “mental health” (salud mental en español) aparecen 18 Constituciones vigentes del mundo que lo incluyen, aunque en muchos casos se refiere más bien a limitaciones en los derechos.
En la propuesta de nueva Constitución de Chile, el término “salud mental” aparece dos veces de manera explícita, específicamente en el Capítulo II de Derechos Fundamentales y Garantías.
La primera vez que aparece “salud mental” es en relación a una enumeración de factores por las cuales una persona podría ser discriminada. En el artículo 25, numeral 4 dice: “Está prohibida toda forma de discriminación, en especial cuando se funde en uno o más motivos tales como nacionalidad o apatridia, edad, sexo, características sexuales, orientación sexual o afectiva, identidad y expresión de género, diversidad corporal, religión o creencia, raza, pertenencia a un pueblo y nación indígena o tribal, opiniones políticas o de otra naturaleza, clase social, ruralidad, situación migratoria o de refugio, discapacidad, condición de salud mental o física, estado civil, filiación o condición social, y cualquier otra que tenga por objeto o resultado anular o menoscabar la dignidad humana, el goce y ejercicio de los derechos.” Esto parece muy necesario en una sociedad que aún estigmatiza y discrimina a las personas con problemas de salud mental. A esto se suma el que constantemente vemos como personas públicas usan peyorativamente y como insulto términos que aluden a personas con enfermedades mentales o instan a sus adversarios a consultar a psiquiatras o psicólogos cuando se está en desacuerdo con alguna postura.
La segunda vez en la que se nombra el término “salud mental” alude directamente a su abordaje. En el Artículo 44 numeral 11 se dice “El Estado generará políticas y programas de salud mental destinados a la atención y prevención con enfoque comunitario y aumentará progresivamente su financiamiento.” Además, el numeral 1 de ese mismo Artículo dice: “Toda persona tiene derecho a la salud y al bienestar integral, incluyendo sus dimensiones física y mental.” ¿Era necesario hacer la distinción entre salud física y salud mental? En teoría, de acuerdo a la OMS, no hubiera sido necesario, ya que salud la define como “Un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”.
Sin embargo, para el Chile actual, es un gran avance que se explicite salud mental que ha sido altamente postergada. El que las políticas y programas no se queden solo en la atención, sino también en la prevención también es un elemento destacable del articulado. Constantemente vemos cómo la sobrecarga del sistema sanitario prioriza sus esfuerzos en absorber la demanda más urgente, en jerga coloquial, “apagando incendios”. Sin embargo, se requiere un enfoque preventivo que sin duda es más costo-efectivo; como dice el refrán “prevenir es mejor que curar”. Luego aparecen dos elementos debatibles. Uno es que el articulado se centra exclusivamente en un “enfoque comunitario”. Aquí es donde sería importante aclarar qué alcances tendría este enfoque y si es lo suficientemente integral.
Otro aspecto debatible es que el financiamiento se plantea con un principio de progresividad sin asegurar un piso mínimo, algo así como “en la medida de lo posible”. Esto contrasta con la propuesta para educación, en que se incluyó el financiamiento. Salud mental y educación son igualmente relevantes por lo que no se entiende el hacer esa distinción en cuanto a su financiamiento.
Por otra parte, en la propuesta de nueva Constitución, y dada la relación que la salud mental tiene con determinantes sociales, hay varios otros elementos que contribuirían a una mejor salud mental que se podrían analizar. Por ejemplo, aquellos que se relacionan con otros derechos fundamentales más allá de salud y la protección hacia grupos más postergados.
La discusión seguirá después del plebiscito de salida. Salud mental y los aspectos que se relacionan no debieran quedar fuera de este debate, incluido su financiamiento.
Lee el artículo original publicado en The Clinic AQUÍ
Intervención online de 30 minutos realizada a estudiantes de Estados Unidos mostró que puede cambiarles la visión negativa del estrés. En Chile, intervenciones digitales, como las implementadas por Imhay, han ayudado a reducir los síntomas de depresión.
Según indica la Dra. Vania Martínez, directora de Imhay, la ventaja del uso de intervenciones digitales es que se pueden hacer llegar a una mayor cantidad de personas a un menor costo y con menos barreras de acceso.
Cada día surgen nuevas evidencias del potencial que tienen las herramientas digitales como instrumentos al servicio de la prevención y tratamiento de problemas de salud mental, especialmente en los jóvenes, la generación que nació en un mundo digital.
Un reciente ejemplo fue publicado en la revista Nature por investigadores de las universidades de Rochester, Stanford y de Texas-Austin, en Estados Unidos. El equipo condujo seis experimentos doble ciego en 4 mil 200 estudiantes de escuelas secundarias y universidades -provenientes de familias vulnerables- para evaluar el impacto de intervenciones digitales con módulos autoguiados de 30 minutos, que apuntaban a modificar la percepción y manejo del estrés.
La propuesta era que los jóvenes dejaran de evitar o minimizar el estrés, y aprendieran que es controlable e incluso beneficioso, ya que puede utilizarse como un elemento potenciador para su desempeño global. Los resultados fueron alentadores: mejoraron los aspectos cognitivos, la reactividad cardiovascular, los niveles diarios de cortisol, la sensación de bienestar psicológico, los síntomas de ansiedad -en pleno confinamiento por COVID-19- y los resultados académicos.
Para los autores, esta investigación “identificó un tratamiento para el estrés adolescente que, en principio, puede ser escalado a nivel nacional con un bajo costo”. Ese aspecto es justamente uno de los más valiosos y atractivos que han manifestado profesionales de la salud mental en el mundo sobre las herramientas digitales. Según la directora del Núcleo Milenio Imhay y académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Dra. Vania Martínez, la ventaja de estas intervenciones digitales es que “se pueden diseminar o hacer llegar a una mayor cantidad de personas a un menor costo y con menos barreras de acceso. Nosotros en el Núcleo Milenio Imhay tenemos investigación en ese sentido. Uno de nuestros sellos es el utilizar las tecnologías para llevar a cabo intervenciones, principalmente a nivel de prevención y de intervención temprana y oportuna”.
“Este tipo de intervenciones además permite mayor confidencialidad y anonimato para personas que presentan barreras para buscar ayuda como mayor estigma o que no quieren que el resto de la gente sepa que tienen algún problema o prefieren mantenerlo de forma más privada”, explica Daniela Lira, psicóloga e investigadora doctoral de Imhay.
De hecho, investigadores del Núcleo están desarrollando en la actualidad cuatro investigaciones para estudiar la eficacia o la usabilidad de aplicaciones, dispositivos y programas con componentes digitales en estudiantes secundarios y universitarios. La ventaja de apoyarse en estos medios es que facilitan el acceso y dan flexibilidad de uso, porque cada cual elige cuándo y desde dónde conectarse.
“Este tipo de intervenciones además permite mayor confidencialidad y anonimato para personas que presentan barreras para buscar ayuda como mayor estigma o que no quieren que el resto de la gente sepa que tienen algún problema o prefieren mantenerlo de forma más privada”, explica Daniela Lira, psicóloga e investigadora doctoral de Imhay. “Esto les facilita eso. No tienen que salir de su casa, nadie se entera de que se están atendiendo o que están utilizando alguna herramienta de salud mental. Este es uno de los motivos por los cuales este tipo de herramientas pueden ser consideradas útiles, ya que de otra manera es muy probable que no busquen ayuda para acceder a servicios de salud mental. Por otra parte, en población joven el internet, las plataformas digitales, las aplicaciones, son un espacio más de interacción para ellos, forman parte de su mundo cotidiano y es muy atrayente”.
La tesis que Daniela está realizando para su Doctorado en Psicoterapia se enmarca justamente en uno de estos temas. Ella está diseñando y adaptando una aplicación para dispositivos móviles, que busca prevenir la ansiedad y depresión en jóvenes universitarios.
“Lo que estamos haciendo actualmente es trabajar en conjunto con estudiantes universitarios mediante talleres participativos. Les hacemos preguntas acerca de qué elementos ellos ven que pueden ser incorporados en esta aplicación, y ahí tomamos como punto de partida la aplicación Cuida tu Ánimo”, cuenta Daniela Lira.
“Agregaremos componentes para abordar la ansiedad -porque originalmente estaba enfocada solo en depresión- y para enfrentar los desafíos particulares de estudiantes universitarios. Además, este estudio tiene también este aspecto que creo que es muy propio de Imhay: trabajamos con y para jóvenes. No es que desarrollemos una herramienta y se la pasemos, sino que preguntamos qué necesitan, qué prefieren, cómo la prefieren, de manera que hagamos una co-construcción. La investigación ha mostrado que este método es una de las estrategias más efectivas para que estas aplicaciones puedan ser ocupadas de mejor forma a largo plazo”.
Pero no sólo hay investigaciones en marcha. En Imhay también hay resultados. Por ejemplo, el programa Cuida tu Ánimo vía web es una intervención para prevenir y tratar tempranamente la depresión en escolares. Es así que un equipo liderado por la Dra. Vania Martínez publicó en 2021 los detalles de un estudio piloto con adolescentes de Chile y Colombia.
¿Sus resultados? “Mostró alta aceptabilidad, pero también problemas de nivel de uso, lo que está en la misma línea de lo que se ha visto en otras investigaciones internacionales” refiere la Dra. Martínez. De hecho, una de las conclusiones del equipo investigador fue que “los resultados muestran la necesidad de mejorar la intervención incrementando sus niveles de personalización y desarrollar estrategias para mejorar la adherencia”. Es así como se mejoró el programa y se llevó a cabo un estudio mayor para evaluar la eficacia. Los resultados de este estudio que están en proceso de publicación, demostraron la reducción de síntomas depresivos en estudiantes secundarios en Chile.
La adherencia de las personas a planes preventivos o tratamientos es uno de los grandes desafíos que siguen teniendo los profesionales de salud mental. En esta línea, favorecer la participación de los usuarios en el diseño de estas intervenciones parece ser el camino para enfrentar ese desafío. Tanto en lo digital como en salud mental, es algo que está viéndose más”, dice la investigadora de Imhay Daniela Lira. “La estrategia es incluir a las personas dentro de los mismos procesos, tanto de diseño de investigación como de diseño de herramientas o tratamientos, y no sólo como sujetos de estudio”, concluye.
Conoce el estudio de la investigadora doctoral de Imhay, Daniela Lira, que consiste en diseñar y adaptar una aplicación para dispositivos móviles, que busca prevenir la ansiedad y depresión en jóvenes universitarios.
Su investigación fue presentada en la final del Concurso «Tesis en 3 Minutos», organizado por la Escuela de Graduados de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad Católica de Chile.
Desde el 16 al 18 de noviembre 2022 se desarrollará un nuevo congreso de SOPNIA, que esta vez invita a nuevos espacios de encuentro que permitan discutir y reflexionar acerca de los desafíos que tienen los médicos psiquiatras y neurólogos en el resguardo del bienestar y atención de salud de niños, niñas, adolescentes y sus familias. Este evento es presidido por la psiquiatra infantil y del adolescente e investigadora de Imhay, Dra. Francesca Borghero, y participarán diversos investigadores de nuestro centro.
El XXXIX Congreso anual de la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia de Chile se llevará a cabo desde el 16 al 18 de noviembre y será en formato híbrido.
Con el lema “Un tránsito reflexivo en tiempos de cambios”, la Sociedad de Psiquiatría y Neurología de la Infancia y Adolescencia de Chile (SOPNIA) dará el vamos a un nuevo Congreso – en formato híbrido- el cual tendrá como desafíos el generar espacios de encuentro, renovar conocimientos y contribuir a la salud mental de la población infanto juvenil.
Esta versión del congreso será desafiante dado que invita a volver a generar espacios de encuentros educativos y de desarrollo científico presenciales, que permitan continuar capacitando e intercambiando conocimientos y experiencias que vayan en pro de la atención de los y las pacientes.
En esta oportunidad Imhay estará representado por varios de sus investigadores:
Jueves 17 de noviembre (AM)
Módulo Psicosis
«Construyendo una red nacional de detección e intervención temprana: Presente y futuro».
Dr. Pablo Gaspar, Investigador Principal de Imhay.
Viernes 18 de noviembre (PM)
Módulo Tecnologías digitales para la prevención del suicidio
«Desarrollo de una intervención combinada (cara a cara y digital) para reducir la ideación suicida en estudiantes secundarios».
Ps. Daniela Meza, Asistente de Investigación de Imhay.
«Desarrollo de un programa basado en tecnologías digitales para la detección del riesgo suicida y la promoción de la búsqueda de ayuda en estudiantes universitarios».
Álvaro Jiménez, Ph.D. Investigador Postdoctoral de Imhay.
«Tecnologías digitales para la reducción del riesgo suicida de jóvenes en la atención primaria de salud».
Dra. Vania Martínez, Ph.D. Directora de Imhay.
Envío de trabajos
El 31 de agosto se termina el plazo de recepción de resúmenes para la presentación de trabajos de investigación en las áreas de salud mental y neurología para participar en el congreso. Además de criterios básicos de claridad, se espera que cada presentación aborde problemas o situaciones concretas (previamente estudiadas o emergentes) relevantes en salud mental y neurología de la infancia y adolescencia.
En relación con las exigencias del resumen, estos deberán cumplir con los siguientes criterios:
• Describir brevemente en idioma español el trabajo que será presentado y reportar de manera concisa sus resultados en una extensión total no mayor a 250 palabras (esto no incluye título, nombre de autores ni instituciones involucradas).
• Incluir una formulación clara del tema de la presentación y de su pregunta de investigación.
• Declarar explícitamente la metodología utilizada.
• No deberá incluir gráficos, fotos, tablas ni las referencias bibliográficas.
• Explicitar las consideraciones éticas de acuerdo con la Ley 20.584 en aspectos relativos al desarrollo de la investigación.
La inscripción presencial o virtual, entrega como beneficio que las cápsulas, charlas, talleres y simposios presentados en el congreso, quedarán disponibles para verlas en diferido (modalidad ondemand) hasta por 3 meses una vez finalizado el evento.
Más información sobre inscripciones e instrucciones para trabajos libres XXXIX Congreso Sopnia 2022 AQUÍ
Ver programa del Congreso SOPNIA 2022 AQUÍ
El investigador de Imhay fue invitado por el Ministerio de Salud para comentar el “Informe de Mortalidad por Suicidio en Chile 2010-2019”, un trabajo que recoge de manera detallada las estadísticas de este problema y su evolución a lo largo de la década. A diferencia de lo que se escucha muchas veces en la opinión pública, el Informe dio cuenta de una tendencia a la baja en las muertes por suicidio durante la reciente década. Sin embargo, hay que estar alerta, dice el experto, ya las cifras recientes muestran que las muertes por suicidio aumentaron significativamente entre noviembre de 2021 y junio de 2022, revirtiendo la tendencia pandémica donde hubo una reducción del suicidio.
El informe elaborado y presentado por Minsal entrega datos concretos sobre suicidio en el país, segregados por rango de edad, sexo y región de residencia, entre otros antecedentes. A partir de este insumo inicial, investigadores de diversas áreas podrán explorar, profundizar y analizar diversos aspectos del fenómeno.
“Este informe permite poner en perspectiva datos que van más allá de lo que ocurre en un año u otro”, explica el Dr. Jiménez. “Y eso es relevante, porque cuando uno estudia el comportamiento suicida y las muertes por suicidio, tiene que mirar las tendencias a largo plazo, más que lo que ocurre en uno, dos o tres años. Las tendencias a corto plazo distorsionan mucho lo que realmente está ocurriendo”, plantea el psicólogo, doctor en sociología y académico de la Universidad Diego Portales, Álvaro Jiménez.
La principal conclusión del informe es que durante la década pasada hubo una tendencia a la baja en la cantidad de suicidios, algo que derriba la sensación generalizada que persiste en la comunidad e incluso en los mismos profesionales de la salud mental.
“Este informe permite desmitificar un relato que hemos escuchado durante la última década en Chile, según el cual seríamos uno de los países con la tasa de suicidio más alta en el mundo y que las muertes por suicidio estarían aumentando. Esto no sólo es relevante para corregir la información que circula en la opinión pública, sino también porque cuando tú entregas mala información sobre el suicidio, eso en sí mismo es un factor de riesgo”, dice el investigador de Imhay.
Jóvenes y suicidio
Los resultados del informe presentado por Minsal muestran que la mayor cantidad de suicidios ocurrió en personas entre los 20 y 55 años. “Por supuesto, todo suicidio es una tragedia acompañada por mucho sufrimiento familiar y comunitario. Y si uno piensa este problema desde el punto de vista epidemiológico y sanitario, son muchos años de vida que se pierden a causa del suicidio. Esto permite relevar la importancia social de este problema y hacer un llamado a la acción: hay personas jóvenes que están muriendo por suicidio”.
De hecho, en términos brutos, la mayor frecuencia de muertes por suicidio se dio en mujeres de 20 a 24 años, y en varones de 25 a 29 años. Aquí hay una gran pregunta de investigación, indica Álvaro Jiménez. “¿Qué les está pasando a los jóvenes en este período de adultez emergente, antes de los 30 años, que representan una gran cantidad de muertes por suicidio? Ha habido mucha discusión en el último tiempo acerca de la salud mental de este grupo de la población, en particular respecto a los jóvenes que están en la educación superior. Pero también deberíamos pensar en los y las jóvenes que están ingresando al mercado laboral. ¿Qué tipo de tensiones y dificultades enfrentan estos jóvenes? ¿Qué factores deterioran la salud mental de este grupo de la población? Estas preguntas están en el centro del trabajo de investigación de Imhay”.
Suicidio en pandemia
«Todo suicidio es una tragedia acompañada por mucho sufrimiento familiar y comunitario. Y si uno piensa este problema desde el punto de vista epidemiológico y sanitario, son muchos años de vida que se pierden a causa del suicidio. Esto permite relevar la importancia social de este problema y hacer un llamado a la acción: hay personas jóvenes que están muriendo por suicidio”, indica el investigador Álvaro Jiménez, investigador Imhay y académico de la UDP.
Durante los primeros meses de pandemia se generó una preocupación respecto al posible aumento del suicidio en los países. De hecho, la OMS alertaba respecto a los potenciales efectos de diversos factores de riesgo del comportamiento suicida en la población (aislamiento, desempleo, deterioro de la salud mental, entre otros). Sin embargo, entre 2020 y 2021 se observaron en nuestro país las tasas de suicidio más bajas de las últimas dos décadas. ¿Cómo explicar este fenómeno?
Álvaro Jiménez, junto al economista de la Universidad de Chile Fabián Duarte, realizaron un estudio a partir de datos del periodo 2016-2020, estimando en particular el impacto de las cuarentenas en el suicidio y las hospitalizaciones por intento de suicidio. Los resultados del estudio muestran que el suicidio y las hospitalizaciones por intento de suicidio disminuyeron (18% y 5,8%, respectivamente) entre marzo-diciembre de 2020 en comparación con el mismo período en 2016-2019. Asimismo, hubo una reducción del 13% de los suicidios en las comunas en cuarentena en comparación a comunas que no implementaron esta medida. Según el Dr. Jiménez, “las cuarentenas parecen haber tenido un efecto paradojal. Por un lado, como hemos mostrado en otros estudios de Imhay, las cuarentenas estuvieron asociadas a un empeoramiento de la salud mental de las personas, pero por otro lado se asociaron a una reducción de las muertes por suicidio”.
En este contexto, el investigador de Imhay subraya que “estamos frente a un escenario dinámico y desconocemos aún las consecuencias de la pandemia sobre el comportamiento suicida al mediano y largo plazo”. De hecho, pese a los alentadores resultados presentados por el Ministerio de Salud en el Informe de la última década y por el estudio del Dr. Jiménez, las cifras recientes muestran que las muertes por suicidio aumentaron significativamente entre noviembre de 2021 y junio de 2022, revirtiendo la tendencia pandémica.
Si bien estas cifras son preliminares, es un llamado de atención: “Es algo que tendremos que seguir observando con atención, porque en otros países, como Japón, ya se observó una disminución inicial de las muertes por suicidio en pandemia seguida por un rebote”, indica el investigador de Imhay.
Álvaro Jiménez enfatiza que “no hay que generar una atmósfera catastrófica, porque esto podría tratarse de una ‘normalización’ de las tasas de suicidio. De todos modos, hay que empezar a implementar programas de prevención con suficientes recursos para atajar este problema. En estos programas podemos integrar todo aquello que hemos aprendido en el contexto de pandemia, porque sabemos que la salud mental de la población se ha deteriorado y el suicidio es uno de los posibles desenlaces. Esto no se manifiesta inmediatamente, sino que hay un desfase temporal. Por eso, estamos en un momento crítico para reforzar la prevención del suicidio en Chile”, enfatiza el psicólogo.
Ve a continuación la transmisión del “Informe de Mortalidad por Suicidio en Chile 2010-2019”:
RECUERDE: Si esta información le genera inquietudes o siente que necesita ayuda, puede comunicarse al Fono Salud Responde al 600-360-7777.
La también académica de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile, analiza los desafíos de la Estrategia Nacional de Salud Mental y Derechos Humanos que empezó a discutir el Ministerio de Salud, dado el aumento de casos de depresión, ansiedad y otras enfermedades del ánimo que afectan a la población. Para la especialista, asegurar los recursos económicos para su implementación es parte fundamental para el éxito de esta iniciativa.
Para la Dra. Jimena Carrasco, investigadora Imhay y académica de la Universidad Austral de Chile, la conformación de esta mesa de trabajo le parece una excelente iniciativa, sin embargo, indica: «mi temor es que -así como en muchas otras cosas- luego en la práctica no se pueda hacer mucho, por un problema de recursos”.
El reciente episodio de denuncia de la Ministra de Salud contra el Hospital Psiquiátrico Del Salvador de Valparaíso, puso al descubierto la falta de recursos del sistema público en los servicios de salud mental. Este caso es sólo un ejemplo que se suma a otras controversias y realidades -mucho menos públicas- en el abordaje y trato de las personas con discapacidades psicosociales, que incluso van más allá de lo estrictamente médico o económico.
Frente a este delicado panorama, el Ministerio de Salud convocó este año a un grupo de profesionales y representantes de diversos organismos para elaborar en conjunto una Estrategia Nacional de Salud Mental y Derechos Humanos. El objetivo es adecuar las normativas a los estándares internacionales, promover que los pacientes salgan de los centros donde están internados y se incorporen a la comunidad “con una mirada de respeto a los derechos humanos y de autonomía de las personas”, como recalcó la Ministra de Salud al dar inicio a la primera reunión de la Mesa de Trabajo.
Al respecto, la Dra. Jimena Carrasco, Investigadora Adjunta de Imhay, opina que le parece “excelente que se haya conformado esta Mesa, pero mi temor es que -así como en muchas otras cosas- luego en la práctica no se pueda hacer mucho, por un problema de recursos”.
Equipos precarizados
La docente de la Universidad Austral de Chile es Doctora en Psicología Social y en su área de investigación ha abordado justamente aspectos de intervención en personas con enfermedades psiquiátricas, sistemas de salud mental y reformas a políticas de salud.
“Mi visión, después de llevar un tiempo trabajando en este campo, es que muchas de las vulneraciones a los pacientes con enfermedades psiquiátricas tienen relación con la falta de recursos y de personal especializado. Porque uno suele ver que los equipos de salud mental son muy precarizados, con profesionales jóvenes, con contratos a honorarios muchas veces, que rotan mucho, y lo mismo sucede con los técnicos o los cuidadores. El presupuesto asignado no permite tener equipos que permanezcan en el tiempo, que se formen y se mantengan”, explica la profesional. “Además, tampoco hay que romantizar esto: lidiar, no con una, sino con veinte personas con un patología psiquiátrica severa, no es fácil, no es algo que se le pueda pedir a una persona y pagarle el sueldo mínimo. Es algo que esta Mesa debería mirar: cuáles son los reales presupuestos que se asignan a estos lugares”.
Disparidad de opiniones
Que esta Estrategia Nacional de Salud Mental tenga un enfoque de Derechos Humanos toca justamente uno de los aspectos más controvertidos respecto a cómo tratar a los pacientes con enfermedades psiquiátricas.
“La institución psiquiátrica en sus inicios parte de una política del encierro: al inicio de la psiquiatría, la forma de tratamiento de las personas consideradas enfermas mentales era privándolas de libertad, separarándolas de la comunidad. Ahí ya había una forma de actuar que va en contra de lo que en nuestros días consideramos como derechos fundamentales”, plantea la Dra. Carrasco. “Con el correr de los años ha habido modificaciones, reformas de la institución psiquiátrica en distintos países -Chile no es la excepción- pero sigue habiendo un hecho que es muy controvertido desde el punto de vista de los derechos fundamentales de las personas: la enfermedad mental es la condición -creo que no hay otra- que permite que una persona sea privada de su libertad en contra de su voluntad, sin que haya de por medio una responsabilidad penal”.
Y si bien hay condiciones y casos donde se necesita ir contra la voluntad de una persona para proteger su propia integridad o la de quienes le rodean, el límite no siempre está claro.
“En estos temas no hay una sola perspectiva. Son campos donde siguen habiendo controversias y distintas posturas. Yo hablo desde la mía”, aclara la Dra. Carrasco. De hecho, plantea que -a diferencia de la salud física- la salud mental está muy ligada al consenso social, a la aceptación cultural.
“La enfermedad mental no es como la enfermedad física, donde hay un examen que dice, por ejemplo, que la glicemia está alta, se hace un diagnóstico y se propone un tratamiento. Acá en salud mental no existen exámenes propiamente tales, que den cuenta de algún marcador biológico que pueda diagnosticar la enfermedad”, recalca la investigadora de Imhay. “Todo el diagnóstico es en base a un consenso de lo que consideramos como sintomatología que se escapa a la norma. Así como en un minuto la homosexualidad fue considerada una patología de salud mental, hoy en día sigue el debate respecto a la disforia de género y el tema trans. Y no hay una sola respuesta, y en esos terrenos es donde hay que estar muy atentos”, advierte.
Derechos inalienables
Junto con el derecho a las libertades personales y otros derechos específicos en materia de salud, un área donde los pacientes con enfermedades psiquiátricas tienen más vulnerabilidad es en sus derechos sexuales y reproductivos. Muchas veces las propias familias deciden la esterilización, en especial de las mujeres, para evitar embarazos. Y ahí surgen complejas preguntas.
“El argumento para que estas personas sí puedan tener una vida sexual y reproductiva es ese: es un derecho fundamental. Y cuando hablamos de un derecho fundamental -y esto muchas personas no lo tienen claro- estamos diciendo que son derechos inalienables, que no son intercambiables por responsabilidades”, explica la académica. “¿Por qué si todo el mundo tiene derecho a reproducirse, una persona con una patología mental no? Efectivamente, eso implica tener todo un sostén social que permita garantizar esos derechos a todos, independientemente del color de piel, situación socioeconómica, o de salud. Porque si una mujer con alguna discapacidad decidiera tener un hijo, lo más probable es que va a necesitar apoyo. Y si se le niega ese derecho, tendríamos que negárselo a todas quienes no estén en condiciones de hacerse cargo de un hijo ¿y cómo defines eso?”, plantea la investigadora de Imhay.
Éste y varios otros aspectos deberán analizar, discutir y consensuar los integrantes de esta Mesa de Trabajo, que en su primera sesión reunió a autoridades del Ministerio de Salud y representantes de instituciones, colegios profesionales, agrupaciones de pacientes y de organismos internacionales de Salud y de Derechos Humanos.
Un estudio advirtió las consecuencias en el cerebro provocadas por el uso de la red social en la población más joven. Sobre este tema fue entrevistado por 24 Horas AM, el investigador de Imhay y académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, Dr. Jorge Gaete.
TikTok es una de las redes sociales más populares y usadas por millones de usuarias y usuarios en el mundo. Un estudio advirtió que adultos jóvenes, adolescentes, niñas y niños serían los más expuestos a padecer «cerebro de TikTok».
El estudio, citado en Very Well Health, se efectuó en China y mostró cómo estudiantes activaban su circuito de recompensa al consumir los videos cortos en un continuo scrolling.
El doctor Jorge Gaete, director del Centro de Investigación Salud Mental Estudiantil de la Universidad de los Andes e investigador principal de Imhay, explicó en 24 AM que dicho término se acuñó en indagatorias «que están mostrando cómo estos videos personalizados de TikTok y otras plataformas —como YouTube e Instagram— están produciendo una activación del circuito de recompensa a nivel cerebral».
Aquel circuito, detalló el especialista, «es el mismo que se estimula —por ejemplo— en personas que tienen problemas con adicciones en general, como conductuales o por uso de sustancias».
Respecto a los efectos que podría conllevar, el Dr. Gaete explicó que «se ha visto que los chicos pueden empezar a tener problemas con su nivel de atención, y eso puede por ejemplo afectar el rendimiento a nivel educacional. También lo hemos visto con dificultades en chicos que ya tienen problemas de atención y ellos pueden tener un efecto deletéreo en su funcionamiento general».
«No sabemos cuáles son los efectos a largo plazo que esto pueda traer. Hay un estudio que mostró cómo, en un seguimiento de jóvenes que estaban habituados al uso de estos videos personalizados, cinco años después todavía tenían problemas en la atención», añadió el experto.
Respecto a las consecuencias emocionales, el investigador de Imhay sostuvo que el «desbalance entre el circuito de recompensa y la corteza prefrontal» conlleva que para las y los jóvenes «sea mucho más difícil controlar sus emociones».
«Hemos visto que la regulación emocional cada vez está siendo más difícil en los chicos, que están teniendo dificultades de entrenar la atención», puntualizó el especialista.
En cuanto a los factores a los que se debe estar alerta con las y los más pequeños, detalló el experto, se debe poner énfasis en los «cambios conductuales». Por ejemplo, en «aquellos chicos que empiezan a cambiar sus hábitos, como encerrarse más en su habitación, disminuir el contacto con sus compañeros e incluso con su propia familia».
«También cambios en el estado del ánimo: que se tornen especialmente lábiles con emociones muy intensas, sobre todo los que tienen que ver con la irritabilidad y poca tolerancia«, añadió.
Sobre cómo prevenir el denominado ‘cerebro TikTok’, el psiquiatra explicó que el desarrollo de la atención «se logra a través del ofrecimiento de actividades que la entrenen, como por ejemplo el deporte. Es algo que sabemos que aumenta las posibilidades de la atención dirigida».
También recomendó «aprender algo que implique una atención sostenida en el tiempo, como cantar, tocar un instrumento musical, bailar, aprender un deporte en particular. Todas aquellas actividades que requieran de alguna forma un desafío personal, que permite activar el sistema de recompensa».
Por otro lado, añadió que es fundamental el sueño, que «se ha visto afectado especialmente durante el último tiempo. Los adolescentes pasan largos momentos del día, e incluso en la noche, usando el teléfono. Esto está reduciendo el tiempo de sueño y sabemos que este es vital para poder recuperar funciones cerebrales, especialmente la atención».
El término se refiere al posible efecto que tienen los videos cortos y personalizados en la concentración de la población. La llamada de los expertos es a restringir el uso de estas plataformas, sobre todo en menores. Respecto a este tema, fue entrevistado por el diario El Mercurio, el investigador principal de Imhay y académico de la Facultad de Educación de la Universidad de los Andes, Dr. Jorge Gaete.
El psiquiatra indica que esto “es un fenómeno que se está investigando desde hace muy poco, los primeros estudios que están apareciendo muestran que estos dispositivos estimulan el circuito de recompensa, a través del bombardeo incesante de imágenes que son breves y aumenta importantemente la recompensa a corto plazo”.
“La preocupación es sobre todo por la población de niños, adolescentes y adultos jóvenes que están manifestando dificultades en temas de concentración: se aburren con tareas que son rutinarias o que requieren períodos largos de atención”, precisa Gaete. Y señala que aquellos meno- res que ya tienen dificultades con temas de concentración, por ejemplo, por trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), serían otro grupo vulnerable.
“Es un muy mal favor que les estamos haciendo a los cerebros. Sobre todo los menores, que tienen que irse entrenando para poder controlar la conducta, los pensamientos y las emociones, los estamos entrenando al revés con estas aplicaciones,”, dice Jorge Gaete, psiquiatra e investigador principal del Núcleo Milenio Imhay.
Y agrega: “podría, sin intervención, llevar a mayores dificultades en poder desarrollar tareas que requieran atención por mayor tiempo y, por ende, podríamos ver dificultades en el rendimiento académico, más fallas en el ingreso a la universidad, como la Prueba de Acceso a la Educación Superior (PAES), que requieren grados de atención muy altos”.
Finalmente, el Dr. Gaete aconseja a los adultos guiar y generar instancias en los jóvenes para aumentar la atención, por ejemplo, a través de la práctica del mindfulness.
Ve el artículo original publicado en El Mercurio AQUÍ
DIRECCIÓN
Profesor Alberto Zañartu n°1030
Independencia, Santiago de Chile
Núcleo para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes.
Imhay 2025