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Declaración pública MIDAP – Imhay a propósito de la situación de niñas, niños y adolescentes en Irán

A fines de octubre de 2022, la American Psychiatric Association – APA, envió una carta a la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, a raíz de la respuesta del gobierno de Irán a las protestas iniciadas tras el asesinato de Mahsa Amini a manos de la policía moral, en septiembre de este año. En la carta se señala que actualmente en Irán se están violando los derechos humanos de niños, niñas y adolescentes, utilizando la práctica psiquiátrica como mecanismo de opresión y violencia institucional. En este contexto, hemos sido invitados a plantear nuestra opinión al respecto.

Según indica la APA, niños y niñas y adolescentes iraníes en edad escolar están siendo objeto de detenciones en instituciones de salud mental con el objetivo de reformar su comportamiento “antisocial”, mientras que el ministro de Educación iraní habría confirmado que un número indeterminado de estudiantes habría sido llevado a instituciones psiquiátricas para “reformar y reeducarlos” para “prevenir el comportamiento antisocial”, y que serán “devueltos a sus entornos educativos una vez que los expertos hayan hecho su trabajo”. Esta organización, que representa a 37 mil psiquiatras alrededor del mundo, señala que esta situación constituye una violación grave a los derechos humanos, un abuso y un mal uso de la psiquiatría, que puede tener consecuencias de largo plazo a nivel de la salud mental de esos niños, niñas y adolescentes. 

El Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad, MIDAP, y el Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental y de Adolescentes y Jóvenes, Imhay, declaramos que:

Adherimos a la declaración de la American Psychiatric Association, que señala:

1) su oposición al uso de infraestructura destinada al tratamiento psiquiátrico para la detención de personas debido a su disenso político, religioso o ideológico;

2) que el abuso o mal uso de la psiquiatría ocurre cuando el conocimiento psiquiátrico, la evaluación o la práctica es utilizada para los objetivos políticos, organizacionales, sociales o personales sin resguardo de las necesidades de las personas y las consecuencias para ellas y ellos;

3) que la encarcelación injusta, así como el castigo cruel e inusual, tienen consecuencias psiquiátricas en las víctimas y sus familias. La negación o encubrimiento de la violación de los derechos humanos por gobiernos e instituciones es antiético con la preservación de la salud mental de las víctimas y sus familias. 

Esta práctica empleada como un mecanismo de opresión y violencia en contra de ciudadanos y ciudadanas es inaceptable en cualquier contexto sociopolítico y no debe ser avalada por ninguna institución u organización cuyo interés principal sea contribuir al bienestar de la población.

Santiago, 29 de noviembre de 2022

JUAN PABLO JIMÉNEZ
Director de MIDAP

VANIA MARTÍNEZ
Directora de Imhay

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Dr. Ricardo Araya sobre la comunidad en salud mental: “Necesitamos una sociedad mucho más amigable que la que actualmente tenemos”

En entrevista con Sana Mente, el psiquiatra, Investigador Senior de Imhay Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022 sostuvo que “las personas tienen derecho a ser acogidas por la sociedad y apoyadas para ayudar a resolver sus problemas de salud”.

Hablar sobre salud mental se ha convertido en una parte importante del discurso público, sin embargo, para el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2022, Ricardo Araya, existen “fuerzas poderosas que insisten en tratar de empujarlo debajo de la alfombra”.

En conversación Sana Mente de CNN Chile, el psiquiatra ahondó sobre la comunidad en salud mental y como se aplica el modelo de la banca de amistad en nuestro país.

Hace algunas semanas detalló que aún “hay mucho camino por recorrer para sacarle el mito a los trastornos mentales”, ahora en una nueva edición del programa Araya indicó que “necesitamos una sociedad mucho más amigable que la que actualmente tenemos. Que tome en consideración todas las presiones que la sociedad ejerce sobre los individuos”.

El investigador senior del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay) detalló que existe evidencia que demuestra como los trastornos mentales tienen un alto costo para la sociedad, pero el cálculo se hace basándose en la productividad de las personas.

Lamentablemente, al entrar en este argumento, se deja de un lado a las personas que no son productivas. Por lo que “las personas tienen derecho a ser acogidas por la sociedad y apoyadas para ayudar a resolver sus problemas de salud”.

En cuanto al impacto en la pandemia, el experto detalla que nos obligó a interactuar en una sociedad con un concepto muy individualista, agregando que la “el concepto de sociedad se ha ido resintiendo en el tiempo (…) ha habido un cambio tremendo en torno a privilegiar la individualidad por sobre el bien colectivo”.

Banco de la Amistad

El “Banco de la Amistad” comenzó en Zimbabue hace 17 años con un equipo de catorce abuelas, como una forma de brindarle ayuda a los casi 15 millones de personas que habitan ese país, uno que solo cuenta con 19 psiquiatras y 35 psicólogos.

Sobre esta iniciativa, Araya detalla que está basada en un modelo desarrollado en Chile a fines de los ’90 y hoy ya se implementa en más de 15 países en el mundo.

“Aquí en Chile nosotros hicimos en los años 90 un modelo mucho más revolucionario que el de Zimbabue ¿De qué manera involucramos a las comunidades para que ellas se hagan cargo en parte de sus problemas, manejar mejor y apoyarse mutuamente? (…) En muy pocos lugares hemos podido meter el elemento comunitario y aquí lo hicimos (…) en La Pintana”, agregó.

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Núcleo Milenio Imhay investigará vinculación entre bienestar emocional y crisis climática tras firma de convenio con ONG Wildlife Conservation Society

Acuerdo de colaboración con esta organización no gubernamental, dedicada a protección de vida silvestre, permitirá incorporar nuevas miradas a la disciplina y explorar temáticas emergentes, como la eco-ansiedad en los jóvenes.

De acuerdo al director alterno de Imhay, Dr. Álvaro Langer, esta colaboración con WCS Chile viene a enriquecer el trabajo actual de Imhay, porque cambia la perspectiva hacia otras formas de considerar la salud humana.

Es un término nuevo, que incluso está aún en vías de consensuarse. Pero, por mientras, ya se le reconoce como ‘el miedo anticipatorio y la preocupación crónica por el futuro de uno mismo y de las futuras generaciones, sustentado en la sensación de que las bases ecológicas de la existencia humana se encuentran en proceso de colapso’.

Se trata de lo que ha sido llamado como eco-ansiedad, un fenómeno que empezó a preocupar a organismos como Wildlife Conservation Society, una ONG internacional con sedes en 50 países del mundo, incluido Chile. Hace unas semanas, el organismo firmó un convenio de colaboración con Imhay para iniciar una investigación pionera acerca del tema.

“A diario vemos cómo la crisis climática y la pérdida de biodiversidad generan ansiedad y desesperanza en muchas personas, situación que afecta principalmente a las y los más jóvenes”, dice Bárbara Saavedra, directora de WCS Chile.

El objetivo del convenio es que ambas instituciones colaboren en la investigación y difusión de los temas relacionados con la interacción entre bienestar emocional en adolescentes, jóvenes y la naturaleza, con énfasis en problemas de salud mental relacionados con la crisis climática y ecológica, tales como la eco-ansiedad.

“Lo que esperamos de este trabajo en conjunto es poder investigar cuál es la prevalencia de este tipo de trastornos, qué está sucediendo, y qué tanto se sabe de esto en Chile, si ha habido algún tipo de diagnóstico, por ejemplo”, explica Claudia Silva, coordinadora de Estrategias de Conservación de WCS Chile, “y finalmente cómo uno podría incidir positivamente en visibilizar esas afecciones y ojalá en conducirlas hacia alguna acción, que podría ser cuidar más la naturaleza o algunas otras intervenciones que conduzcan a cambios positivos en otras líneas que contribuyan a que, como sociedad, empecemos a construir un mundo más sano para todos”.

La salud es una sola

Para Claudia Silva, coordinadora de Estrategias de Conservación de WCS Chile, este acuerdo busca incidir positivamente en visibilizar las afecciones a la salud mental en relación con la crisis ecológica y poder lograr cambios positivos a través de la implementación de intervenciones que surjan de esta colaboración.

La pandemia del Covid-19 y la hipótesis de que el virus proviene de un murciélago que llegó a un mercado en un pueblo en China, es sólo un ejemplo de cómo la destrucción de selvas y bosques, las sequías y la alteración del hábitat de las especies silvestres puede causar trastornos mundiales, no sólo en el clima o la agricultura, sino también en la salud humana.

“Una naturaleza saludable es requisito para que exista salud humana, incluida la salud mental. Ahí radica la importancia de trabajar inter y transdisciplinariamente en conocer más sobre esta relación”, plantea la directora de WCS Chile, Bárbara Saavedra.

Y ésa es justamente una de las potenciales ventajas de este convenio: la participación de investigadores de diversos campos, resalta el director alterno de Imhay y académico del Instituto de Estudios Psicológicos de la Facultad de Medicina de la Universidad Austral de Chile, Dr. Álvaro Langer.

“El marco de colaboración nos pone un desafío de trabajo interdisciplinario: trabajar con biólogos y ecólogos que tienen otra mirada de la situación y quienes nos invitan a mirar otros aspectos que afectan la salud mental, cuyo cuidado es actualmente una prioridad mundial”.

Como primer paso del convenio, dos miembros de ambas instituciones han empezado a revisar bibliografía, buscando definir conceptos y establecer un glosario de términos utilizados en el área, para poder armar un modelo de trabajo, explica el director alterno de Imhay.

“Posteriormente veríamos qué intervenciones podríamos realizar para ayudar a jóvenes y adolescentes que manifiesten estas dificultades asociadas a la crisis ecológica y cómo las personas podemos aumentar esa conexión a través ejercicios o prácticas psicológicas que nos permitan cuidar nuestro bienestar. Por ejemplo, en la actualidad, hay una serie de intervenciones, como la Terapia de Bosques o los Jardines Conscientes y otras actividades basadas en la naturaleza, que están demostrando ser efectivas para el cuidado de la salud mental”, dice el Dr. Langer.

Reforzar acciones positivas

Según el director alterno de Imhay, esta colaboración con WCS Chile viene a enriquecer el trabajo actual del Núcleo, porque cambia la perspectiva hacia otras formas de considerar la salud humana.

“Creo que esta visión más amplia nos acerca a las miradas que han tenido los pueblos originarios acerca de cómo entender la salud, la cual no puede estar desconectada del contexto donde uno vive”, explica el Dr. Langer. “Entonces, este acuerdo nos invita a un importante desafío: ser pioneros en visibilizar esta temática, al menos en Chile y Latinoamérica, y ser activos al respecto, aplicando intervenciones y generando nuevos conocimientos basados en la evidencia científica”.

“Este un desafío muy bonito que tomamos como centro de investigación y que tiene un aspecto fundamental de vinculación con el medio, porque la ONG WCS e Imhay están trabajando permanentemente en terreno con las personas y los espacios naturales. Creo que esta alianza va a ser muy fructífera y una experiencia muy interesante”, finaliza el experto.

A continuación ve la entrevista realizada en nuestro espacio «Sintoniza tu salud mental» de Radio Universidad de Chile a Álvaro Langer y Claudia Silva:

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[PRENSA] La nueva ética de la responsabilidad sexo-afectiva

La creciente libertad y opciones posibles de vínculos sexo-afectivos conlleva también una responsabilidad: reconocer el impacto de las acciones de cada persona sobre el otro. Pero esto, que se conoce como responsabilidad afectiva, no siempre es la norma. La actual cultura individualista le juega en contra. Sobre este tema fue consultada la psicóloga e investigadora doctoral de Imhay, Daniela Lira.

Es fácil toparse en redes sociales con quejas de personas que se sienten pasadas a llevar, o incluso dañadas seriamente, por hombres o mujeres con quienes han tenido algún tipo de vínculo sexo-afectivo y que han hecho al menos alguna de estas cosas (o algo similar): desaparecer sin previo aviso y sin la más mínima explicación (fenómeno frecuente por estos días y conocido como ghosting); mantener varias relaciones en paralelo sin que las personas involucradas lo sepan, escudándose en una supuesta informalidad del vínculo; ocultar los verdaderos sentimientos hacia el otro; no ser claros con respecto a las reglas y límites de la relación o invalidar las necesidades afectivas de la otra persona. En suma: ningunear. Recibir sin dar. Jugar con las expectativas y los sentimientos. Los expertos en salud mental tienen un nombre para esto: falta de responsabilidad afectiva.

 “Cuando la tienes, eres consciente de que nuestra forma de actuar tiene consecuencias en las personas con las que nos relacionamos y, por lo tanto, debemos hacerlo desde la empatía, el respeto, la honestidad y la comunicación. Sin ella, no vamos a construir vínculos sanos”, explica Arola Poch, psicóloga y sexóloga catalana, quien hace poco escribió una columna sobre el tema para el diario El País.

Para la psicóloga Daniela Lira, investigadora doctoral del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), no corresponde en este caso hablar de víctimas, pues se trata de un tema relacional. En su consulta, le ha tocado atender tanto a pacientes vinculados con personas que no son responsables afectivamente como a otros que no logran desarrollar este tipo de responsabilidad en sí mismos. A ambos, este tema los afecta a la hora de ir construyendo vínculos satisfactorios.

Lo importante, y en esto coinciden los especialistas, es no confundir el concepto de “responsabilidad afectiva” con la idea de “hacerse responsable” de cómo se siente el otro y de los procesos internos que el otro debe abordar. Algo que —dice la psicóloga Daniela Lira— “puede llevar a relaciones de dependencia emocional o conductas controladoras”.

Lee el reportaje complejo AQUÍ

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Estudiantes de la Escuela de Talentos Académicos de la UACh colaboran en investigación sobre el impacto de los medios de comunicación durante la pandemia, liderada por investigadores de Imhay

Niños, niñas y jóvenes de la Escuela de Talentos Académicos de la UACh fueron elegidos para un estudio nacional que revela cómo les han afectado los mensajes transmitidos por medios de prensa durante la pandemia.

Los participantes provienen de la Región de Los Ríos y de Castro en la Región de Los Lagos. Investigación fue publicada por la U. de Heidelberg en Alemania.

“La instancia fue un espacio de catarsis de situaciones vivenciadas en diferentes espacios geográficos. Gracias a los testimonios de alumnos de ALTA UACh se pudo entender que la vivencia de la pandemia en el campo ha resultado ser muy diferente a lo que puede ocurrir en sectores urbanos, donde se ha percibido un mayor grado de encierro y angustia”, indica la psicóloga e investigadora doctoral de Imhay, Tamara Hoffmann

¿Cómo han estado viviendo los niños y jóvenes la pandemia? Esta es una de las preguntas que se planteó el Instituto de Datos e Inteligencia Artificial de la U. de Chile, que realizó un estudio a nivel nacional en el que participaron estudiantes de la Escuela de Talentos Académicos de la Universidad Austral de Chile (ALTA UACh).

Uno de los puntos de partida de la investigación fue entender los efectos de los mensajes transmitidos por medios de comunicación, que mayoritariamente atribuían a la irresponsabilidad de jóvenes el aumento de los contagios de coronavirus.

El equipo que abordó esta materia estuvo integrado por Lionel Brossi (Facultad de Comunicación e Imagen de la U. de Chile y Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes, Imhay); María Jesús Ibáñez Canelo (Facultad de Comunicación e Imagen de la U. de Chile); Tamara Hoffmann (U. de Chile, Pontificia U. Católica de Chile y Núcleo Milenio Imhay); Ana María Castillo (Facultad de Comunicación e Imagen de la U. de Chile); y Sandra Cortesi (Departamento de Investigación de Comunicación y Medios de la U. de Zurich).

Debido a las restricciones propias de la crisis sanitaria, entre marzo de 2020 y marzo de 2021 se realizaron talleres en línea. Los participantes fueron convocados a través de redes sociales, principalmente vía Instagram. Asimismo, la psicóloga e Investigadora Doctoral de Imhay, Tamara Hoffman, propició la integración de la Escuela de Talentos Académicos ALTA UACh, institución en la que trabajó como coordinadora y profesora durante cinco años. Ello permitió una representatividad territorial mucho mayor de la zona sur con niños y jóvenes de las 12 comunas de la Región de Los Ríos y de Castro en la Región de Los Lagos.

Así fue como tomó forma “Juventud, medios de comunicación y discurso público durante la pandemia en Chile”, un estudio cualitativo y cuantitativo.

El estudio fue liderado por el académico de la Facultad de Comunicación e Imagen e Investigador Adjunto de Imhay, Dr. Lionel Brossi.

“Me pareció muy interesante considerar las opiniones de los estudiantes de ALTA UACh porque pertenecen a dos regiones y porque también son de sectores rurales y urbanos. Cuando comenzó la pandemia, los medios comenzaron con un discurso en el que se culpaba a los jóvenes por no cumplir con las medidas sanitarias. Surgió entonces la duda de que si esto podía o no ser verídico, y la necesidad de saber qué es lo que ellos estaban percibiendo”, dice Hoffmann, actual estudiante de Doctorado en Psicoterapia de la U. de Chile y del Núcleo Milenio Imhay.

Para obtener respuestas hubo jornadas de diálogos con preguntas dirigidas y una reflexión abierta sobre temas como, por ejemplo, la afectación causada por los mensajes transmitidos por los medios de comunicación. La interacción vía web fue sin interrumpir los horarios regulares de clases en establecimientos educacionales y en ALTA UACh.

Junto con valorar y agradecer la participación de la Escuela de Talentos Académicos de la Universidad Austral de Chile, Tamara Hoffmann destaca la importancia del estudio. “La instancia fue un espacio de catarsis de situaciones vivenciadas en diferentes espacios geográficos. Gracias a los testimonios de alumnos de ALTA UACh se pudo entender que la vivencia de la pandemia en el campo ha resultado ser muy diferente a lo que puede ocurrir en sectores urbanos, donde se ha percibido un mayor grado de encierro y angustia”, dice.

Y agrega: “El desgaste emocional es otro de los elementos descritos por los niños y jóvenes que debieron someterse a la situación de tener clases online con el impedimento de ver a sus compañeros y profesores por un largo período de tiempo. Estuvieron sometidos a un sistema que nunca estuvo pensado en ellos, sino que más bien en el lograr un rendimiento desde el punto de vista académico”.

Una de las revelaciones que arrojó el estudio y que destaca Hoffman es que los jóvenes no se identificaban como tales. “Es curioso. Algunos se identificaban más como niños y algunos como personas más grandes. La palabra ‘joven’ no fue representativa de todo el grupo y eso nos pareció curioso de identificar. Se estableció una no correspondencia con la edad biológica, tal vez generada por la imposibilidad de no poder vivir los procesos propios de la adolescencia con normalidad, al tener que estar todo el tiempo frente a una pantalla y no haciendo una vida social normal”.

El artículo “Juventud, medios de comunicación y discurso público durante la pandemia en Chile” fue publicado por la U. de Heidelberg. Es parte de un proyecto mayor que busca comparar la realidad nacional con aquello que ha estado ocurriendo en el resto de Latinoamérica.

Entre las conclusiones, se lee:

“Los participantes informaron que, a lo largo de la pandemia, los medios de comunicación, especialmente la televisión, han cambiado su estrategia informativa. Perciben que en un principio se brindaba información sobre la pandemia y medidas preventivas, pero con el tiempo el contenido informativo y la construcción de la noticia se fue haciendo cada vez más sensacionalista, induciendo miedo y, en consecuencia, un mayor desinterés de los jóvenes por las noticias sobre la pandemia”.

“En relación a cómo los participantes entienden la noción de bienestar, se observó que sus nociones y reflexiones se elaboran más desde una perspectiva colectiva que individual, en lo que se refiere al bienestar físico, cognitivo y emocional. Es decir, tanto sus prácticas como su percepción de su propio bienestar se ponen en relación con un ‘otro’ muy presente que es reconocido tanto como un agente que afecta su bienestar –en un sentido complejo– como también como un sujeto afectado por sus propias prácticas. Así, el bienestar es entendido como un estado y un acto relacional que se centra principalmente en las dimensiones del cuidado personal –o la falta del mismo– y el cuidado de los demás”.

La investigación está disponible en el siguiente enlace: https://journals.ub.uni-heidelberg.de/index.php/hciaswp/article/view/91565/86279?fbclid=IwAR3z355_NtHor9WspAvdz9tkkjoD-Ok50A1BJN09M_7Kwi5Zb0ue0pVISLE

Fuente: Comunicaciones ALTA UACh.

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Investigadora Doctoral de Imhay, Daniela Lira, habla sobre la importancia de pedir y ofrecer ayuda en programa Sanamente de CNN Chile

Millones de personas a nivel mundial viven difíciles momentos, ya sea causa de alguna enfermedad física, psicológica o del mismo día a día y sus complicaciones. En esas oportunidades, el apoyo de alguien más es fundamental.

En un nuevo capítulo de Sana Mente Daniela Lira, psicóloga clínica de la Universidad de Chile e investigadora doctoral del Núcleo Milenio Imhay, sostuvo que “podemos pasar por diferentes situaciones complicadas durante nuestra vida, ya sea dificultades académicas, en el trabajo, en nuestras relaciones personales. Frente a tales situaciones es normal sentirse un poco abrumado, desanimado o desmotivado, pero no siempre debemos solucionar las cosas solos“.

“A veces pensamos que vamos a molestar al resto si es que pedimos ayuda o que tenemos ese mandato cultural de que hay que solucionar las cosas solos, de que hay que ser siempre fuertes. Sin embargo, eso puede llevar a mayores dificultades. Por lo tanto, es importante hablar con gente que sea cercana a ti“, agregó la investigadora de Imhay.

Ve la nota realizada a Daniela Lira, en el siguiente video:

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Alegría de Vivir: La agrupación de mujeres que superó la depresión

En cuanto supo que había sido galardonado con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2022, el psiquiatra e Investigador Senior de Imhay, Dr. Ricardo Araya, se acordó de un ensayo clínico con mujeres con depresión de La Pintana. Más de 20 años después de ese proceso, ellas se siguen reuniendo semanalmente. Empoderadas, se apoyan entre sí y a quienes acudan a su encuentro buscando lidiar con esta enfermedad que afecta más fuertemente a las mujeres de sectores vulnerables.

No lo pensó dos veces. Tan pronto se le pasó la sorpresa por haber sido reconocido con el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas 2022, el psiquiatra Ricardo Araya, radicado en Londres, supo que era momento de viajar a Chile. Y no solo eso: era hora de darle las gracias personalmente a un grupo de mujeres en La Pintana que había marcado para siempre su trayectoria profesional.

“Cuando me llamó el ministro de Educación (Marco Antonio Ávila) y me explicó en qué se habían basado para tomar esta decisión, me dijo que era muy importante el hecho de que yo trabajara en salud mental. Y me puse a pensar que, si bien he hecho muchas cosas, el estudio que hice con esas mujeres era uno de los más fundamentales de mi carrera. Porque salió publicado en la revista Lancet (la más importante de Medicina) y porque fue hecho después en varias partes del mundo”, reflexiona Ricardo Araya, investigador del King’s College London y del Senior del Núcleo Milenio Imhay.

Su trabajo con ese grupo de La Pintana fue adaptado y replicado en Líbano, Pakistán, Zimbabwe, Brasil, Perú y Tanzania.

Pero lo que pasó con las mujeres de La Pintana, insiste el psiquiatra, “es una historia única”. “Es el ejemplo más impresionante de empoderamiento femenino que he visto en mis más de 30 años de trabajo”.

Cuando recuerda el año 2000, Fresia Campillay no puede sacar de su memoria la escena de su jaula de pajaritos vacía.

Ella, que siempre había sido una mujer movida, que cosía y confeccionaba a menudo, que era dirigente social, que había sido parte de la directiva del colegio de sus hijas, que era parte de la unidad vecinal, de pronto no tenía ganas de nada. Pasaba el día en la cama y solo se levantaba cerca de las 18:00, cuando faltaba poco para la llegada de su marido a la casa. No cosía, no participaba de actividades con la comunidad. Ni tampoco bajaba las escaleras al patio delantero de la casa, a cuidar sus pajaritos. Ellos no pudieron resistir y murieron mientras Fresia seguía en su cama.

A nadie le contaba cómo se sentía. Tampoco cómo le había impactado el haber cuidado de su madre -con cirrosis hepática- y a su padre hasta sus últimos días.

“Ayudé mucho a mi mamita en su enfermedad, y después de repente ella falleció. Y al poquito tiempo mi papá se dejó estar, no comía… Y falleció al año. Después de eso, yo caí enferma”, relata.

No muy lejos de su casa, también en La Pintana, otras mujeres también estaban teniendo dificultades para salir de sus camas.

Al hogar de Berta Hidalgo llegaron varios miembros de su familia, desequilibrando su ritmo de vida y generando una ola de peleas y discusiones.

En la casa de Irma González, su hijo que iba en cuarto medio le informó que iba a ser papá y ella sabía que tendría que hacerse cargo de muchas cosas.

Mientras tanto, Gladys Garrido lidiaba con el duelo por la muerte de su hija. Y María Angélica Labarca lloraba la pérdida de su hija por drogadicción, de su hijo asesinado y tenía que lidiar con una relación abusiva con su pareja, quien controlaba cada uno de sus pasos.

A fines de la década de 1990, las estadísticas indicaban que la depresión era más presente en mujeres, particularmente en los grupos socioeconómicos más bajos. Al doctor Ricardo Araya le interesaba poder apoyar a este segundo grupo y le comentó a un colega suyo del National Institute of Mental Health (NIMH), de EE.UU., el plan que tenía con distintos colegas.

A diferencia de Estados Unidos, donde el tratamiento de la depresión se centraba en el medicamento, la propuesta de Araya consistía en primero empoderar a las pacientes y al personal no-médico para que asumieran roles protagónicos en el tratamiento a través de conversaciones en grupo sobre su situación personal.

El NIMH otorgó financiamiento al equipo chileno para realizar un estudio en Santiago con ese enfoque. Y después de mucho tira y afloja con el Ministerio de Salud, este también le dio su respaldo.

El año 2000, mientras Fresia, Berta, Irma, Gladys y María Angélica no se sentían bien, el doctor Ricardo Araya y su equipo definieron que el mejor lugar para hacer su ensayo clínico controlado era en la atención primaria, porque dos tercios de quienes acudían a esos espacios eran mujeres.

Eligieron hacerlo en La Pintana. Su idea: contar con un grupo de psicoeducación y un monitoreo sistemático de la evolución de distintas mujeres que dijeran, en grupo, qué estaban viviendo. Para esto, contarían con enfermeras y trabajadoras sociales. El tratamiento farmacológico sería solo para los casos más severos.

Maritza Rojas tenía 28 años cuando el tutor de su beca de Medicina Familiar UC, Klaus Püschel, le propuso trabajar la temática de depresión en atención primaria en La Pintana, donde ella estaba haciendo su práctica. “Era un tema que me atraía mucho, principalmente en sectores más vulnerables, porque yo veía que había mujeres que eran matriarcas, que eran fuertes, pero que tenían que lidiar con situaciones complejas”, recuerda.

La idea del doctor la atrajo de inmediato: no solo trabajaría en el tema que más le gustaba, sino que además lo que hiciera ahí le serviría como proyecto final de su beca.

Entre otras funciones, a Maritza le tocaba -junto a la trabajadora social Nancy Parra- leer las fichas de las pacientes que llegaban al consultorio e identificar, de acuerdo con sus respuestas, si estas podían o no unirse al grupo del ensayo clínico.

Cuando se enfrentaban con respuestas como “me cuesta salir de la cama”; “no estoy comiendo como de costumbre”; “me tocó vivir algo difícil recientemente”, entre otras, llamaban a las pacientes y las invitaban a acudir al doctor de “salud mental” (hoy psicólogos).

Así fue como llamaron a, entre otras, Fresia, Berta, Irma, Gladys y María Angélica.

“Me llamaban y me decían que fuera, que fuera, que tenía que ir al consultorio. Yo les decía ‘¿a qué voy a ir? ¿Para qué? No, gracias’, y no me levantaba en todo el día. Pero al día siguiente me volvían a llamar, y al otro también, hasta que decidí ir”, recuerda Fresia.

Cuando lo hizo, llegó a una sala en la que solo había mujeres. Casi todas vestían ropa oscura. Estaban serias y desconfiadas. No sabían qué hacían allí. No les había gustado eso de que les dieran un carnet diciendo “salud mental”. “¡No estamos locas!”, comentaban. Y claro que no, no lo estaban.

En el grupo, Maritza y Nancy las invitaron a hablar de lo que les estaba ocurriendo y de qué les hacía sentir lo que les había pasado.

“Cuando escuché por primera vez lo que le había pasado a la María Angélica, se me hizo un nudo en la garganta”, afirma Irma. Algo similar ocurrió con cada una de ellas a medida que iban escuchando sus historias. “Era una cosa bastante increíble, porque veíamos que así como una estaba encerrada en su casa, sin querer hacer nada, a unos pasajes de distancia otra de nosotras estaba igual”, añade Berta.

En esos encuentros semanales, un total de 26 mujeres de La Pintana lloraban, se reían, encontraban similitudes y diferencias entre sus historias. Ahí se desahogaban -”que era una cosa que no podíamos hacer en nuestras casas”, menciona Gladys-, y también entregaban a las profesionales una pequeña ficha en la que iban reportando a qué horas se estaban levantando de la cama, a qué horas comían y qué otras actividades realizaban. Además, aprendían qué era lo que tenían: depresión.

“Empezamos a sentir que lo que estábamos viviendo no era algo anormal, al revés: era algo que pasaba a mucha gente y de lo que podíamos mejorar. Poquito a poquito lo íbamos haciendo, y la Nancy lo destacaba. En mi caso, ya no me levantaba a las 18:00, sino a las 15:00. Iba mejorando semana a semana”, cuenta Fresia.

Al cabo de seis meses, los resultados del ensayo clínico eran sólidos: las mujeres que habían recibido ese programa de atención obtuvieron una tasa de recuperación de 70%. En contraste, en el grupo que había seguido con el tratamiento habitual (centrado en los fármacos), solo 30% se había recuperado.

Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Lancet y difundidos en todo el mundo. En Chile, aportó el modelo inicial para el programa de tratamiento de depresión en atención primaria. En 2003, se expandió con las guías de los programas AUGE o GES, garantizando protección financiera del tratamiento.

Y si en el año 2000 menos de 600 mujeres trataban su depresión en los centros de atención primaria en Chile, dos décadas después ese número se multiplicó por 100, llegando a 60.000 mujeres en 2019, según cifras oficiales. En ese período, el tratamiento de la depresión alcanzó a más mujeres pobres que en los cien años previos.

Pero nada de eso lo supieron aquellas mujeres de La Pintana. Aunque habían superado su depresión participando del ensayo clínico, les dio mucha pena ser dadas de alta. ¿Por qué, si unirse había hecho con que mejoraran, ahora tenían que separarse?

“Cuando nos dieron de alta, ya nos habíamos hecho amigas y sentíamos que era importante seguir apoyándonos, aunque fuera una vez por semana. Por eso decidimos seguir con el grupo, aunque fuera por las nuestras, ya lejos del consultorio”, detalla Fresia.

Las 26 mujeres aceptaron continuar reuniéndose. Al cabo de un tiempo, convencidas de la importancia de lo que estaban haciendo, decidieron hacer elecciones periódicas para elegir a la presidenta, la secretaria y la tesorera del grupo. Más tarde, llegaron a la conclusión de que este tenía que tener un nombre, y Blanquita Aranguis (ya fallecida), les propuso “Alegría de Vivir”. Unánimemente decidieron que así se llamarían.

Al cabo de un año reuniéndose todos los miércoles, de 15:00 a 19:00 en La Pintana, esas mujeres resolvieron inscribirse como organización en la Municipalidad. A la hora de hacerlo, explicaron que su objetivo era apoyar a otras personas a lidiar y superar la depresión, como ellas lo habían hecho.

Durante varios años, desde los consultorios de La Pintana, la propia trabajadora Nancy Parra recomendaba a las pacientes que eran dadas de alta que acudieran a Alegría de Vivir. Con el tiempo, ya no se hizo necesaria esa gestión: la agrupación ya era conocida en la comuna.

22 años después de su tratamiento, Fresia, Berta, Irma, Gladys y María Angélica se siguen reuniendo semanalmente. Lo hacen en una casita amarillo y azul, ubicada a pasos de la Avenida Porto Alegre, en La Pintana.

A ellas se han sumado distintas generaciones de mujeres que han luchado contra la depresión. Recientemente llegaron, por ejemplo, Maru, Amalia y Luz.

“Venir a este grupo me ha cambiado la vida”, dice Maru. Lo explica: ahí no solo se siente acompañada, sino que también comen, tejen, hacen manualidades, pasean, realizan viajes. Incluso se han apoyado económicamente en algunos casos, según las necesidades. “Si yo hubiera sabido de esto hace años, quizás no hubiese tenido una depresión tan larga”, añade, entre risas.

Sentadas alrededor de una mesa colorida, con papas fritas y coca-cola, las integrantes de Alegría de Vivir están anotando sus datos personales en una planilla para ver si consiguen organizar un paseo pronto, con el apoyo de la Municipalidad. Se turnan para hablar y escuchan atentamente a cada una. Se abrazan, brindan apoyo entre sí. A veces se ríen, otras lloran. Pero esta vez gritaron de emoción.

-Escuchen, escuchen todas -comenta Fresia, hoy presidenta del grupo-. El próximo 23 de noviembre tenemos que estar todas acá. El doctor Ricardo Araya, ¿se acuerdan de él?, obtuvo el Premio Nacional, y nos va a venir a ver junto a la Nancy y a la Maritza.

-¿No podrá otra semana, Fresia? No estoy segura de poder ese día -dice una de ellas.

-No. Porque él vino de Inglaterra especialmente para vernos -añade Fresia bajo el grito de todas las demás.

“¡Pero cómo!”; “¡Qué emoción!”; “¡No te puedo creer!”; “¿A nosotras?”, comentan todas, por primera vez, al mismo tiempo.

“Lo mental es muy sensible a lo que pasa a nuestro alrededor, a diferencia de muchas enfermedades de la salud física”, comenta Ricardo Araya. “Por eso, lo que esas mujeres vivieron, lo que les tocó en La Pintana y cómo se apoyaron es, para mí, una clara demostración de que con un poco de ayuda las mujeres más pobres pueden tomar un rol fundamental en mover adelante sus vidas”, añade.

“Creo que esta historia deja a cualquier persona orgullosa. Lo tiene todo: ciencia, pasión, injusticia, alegría, sufrimiento… Y un final feliz”, comenta el doctor, quien asegura estar “ansioso” para reunirse con ellas.

Por estos días, Fresia estaba con miedo de volver a tener depresión, porque hace poco su marido falleció.

Pero hoy, está centrada en responder las preguntas que le llegan por montones alrededor de esta mesa, en una cálida tarde de miércoles.

-Fresia, ¿tenemos que preparar algo para el 23?

-Fresia, ¡qué lindo va a ser reencontrarnos con la Nancy y la Maritza!

Y pese a todo lo que contaron hoy -situaciones de abuso, violencia, pérdida- el encuentro semanal se cierra lleno de júbilo. María Angélica explica que le emociona lo que puede pasar el próximo 23, pero ya tiene una idea en mente: “le voy a decir al doctor lo mucho que quiero este grupo”.

Mientras las demás piensan en eso y asienten con la cabeza, esta mujer que también ya ha vivido de todo, agrega: “yo ya no tengo miedo sobre qué nos pueda pasar. Porque nos tenemos a nosotras, tenemos Alegría de Vivir”. “Ei, Fresia, recuerda: nos tienes a nosotras”.

“Es verdad. Es lo mejor que me ha tocado. Es mi Alegría de Vivir”, concluye Fresia.

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[PRENSA] Psiquiatra Vania Martínez y salud mental en jóvenes: “Nada de lo que hicimos ha sido suficiente, pero aún estamos a tiempo”

La directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes de la Universidad De Chile planteó, en el programa ADN Hoy de radio ADN, los desafíos y soluciones para esta problemática nacional.

La crisis en salud mental era algo que “efectivamente esperábamos, y era una alerta que se puso a nivel nacional e internacional, que hubiera un impacto en la salud mental y también se había definido cuáles grupos podrían verse más afectado, como por ejemplo, el personal de salud, las personas con mayores vulnerabilidad previas como factores de riesgo, y el grupo de adolescentes y jóvenes incluidos”. Así de tajante fue la psiquiatra y directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes de la Universidad De Chile, Vania Martínez, la mañana de este martes en ADN Hoy.

Los síntomas sociales, si se quiere, son variados, la violencia dentro de las aulas y en las afueras de los colegios; y la deserción escolar, solo por nombrar dos y únicamente en los secundarios. Con la advertencia, el Gobierno anterior estableció una mesa para trabajar, “pero bueno, nada de lo que hicimos ha sido suficiente, pero aún estamos a tiempo de hacer elementos de prevención para que esto no empeore”, acotó.

En los jóvenes y adolescentes, los efectos de la pandemia han traído síntomas de ansiedad y depresión. En el primer caso, Martínez aseguró que “es esperable que si es que hay incertidumbre en términos sanitarios o económicos, haya preocupación y nerviosismo. Lo que no es esperable es que esos síntomas sean tan importantes que impacten nuestro funcionamiento. Por ejemplo, tengo una prueba mañana: esa ansiedad me ayuda, me motiva a estudiar; pero si es tan intensa que me bloquea, o llego a la prueba y no me acuerdo de nada y me pongo a llorar, efectivamente tenemos que pensar que está traspasando el límite de lo esperable y que es bueno consultar”.

En la depresión se puede hacer un equivalente: “Por ejemplo, si le pregunto a un curso cómo están hoy y una me dice que está triste, no todas van a estar afectados por su salud mental. Si alguien dice que está triste porque falleció su mascota. Lo más esperable y saludable, en términos de salud mental, que tenga una emoción en concordancia con lo que ocurre. Pero si a esa persona se le murió la mascota y al año siguiente sigue intensamente con tristeza y además se acompaña de otros síntomas, efectivamente ahí uno dice que traspasó el límite de lo esperado”.

Con todo, la especialista hizo una diferencia entre salud mental y violencia: “No es equivalente problemas de salud mental a violencia, y menos a actos delictuales. Eso hay que dejarlo muy claro porque eso sería estigmatizante: pensar que las personas que ejercen actos violentos son personas que tienen problemas de salud mental, cuando es todo lo contrario: las perosnas que tienen problemas de salud mental, como depresión o ansiedad, la mayor parte de las veces han sido víctimas de violencia, no es que la ejerzan”.

Así las cosas, la violencia, puntualizó, debería abordarse de manera interdisciplinaria: “Tenemos que hacer un trabajo en conjunto, sobre todo escuchando a las comunidades (…) Estamos quedando corto con lo que podemos hacer solo desde la salud mental. Aquí se requiere un trabajo en conjunto con la municipalidad, con el ministerio del Interior, con las autoridades y con la comunidad, estudiantes, apoderados, para poder enfrentar esto. Hay algunos aspectos que desde salud mental podemos pensar que influyen, como por ejemplo, que se hayan desarrollado menos habilidades de interacción social, pero hay también demandas insatisfechas o situaciones que tienen que ver con delitos y otros aspectos de ese tipo. Por eso necesitamos un trabajo decidido y que involucre a las autoridades pertinentes”.

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[PRENSA] Alumnos del Instituto Nacional se capacitan en salud mental para ayudar a sus compañeros

Estudiantes de 8º básico participaron de un taller a cargo de la U. de Chile y del Núcleo Milenio Imhay donde aprendieron, entre otros, a identificar a sus pares con indicios de algún problema socioemocional. La idea es replicar la instancia en más cursos.

El taller estuvo a cargo de la Dra. Vania Martínez, psiquiatra infantil y del adolescente, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y Directora del Núcleo Milenio Imhay.

Herzebette Valenzuela, quien cursa 8° básico en el Instituto Nacional (IN), dice que como no le gusta «ver a la gente solita o triste en clases» pensó que sería una buena idea inscribirse en un taller – nacido de una colaboración entre este establecimiento con la U. de Chile y la Municipalidad de Santiago- donde le ofrecían potenciar sus habilidades de liderazgo en temáticas de salud mental.

«Me llamó la atención porque siempre quise ayudar en estos temas y ahora sé cómo. Yo quiero ser psicóloga cuando salga del colegio, entonces también voy a entrar a la carrera sabiendo algo», cuenta la escolar.

Valenzuela, junto a otros 26 alumnos del IN (todos de 8° básico), fue parte de esta actividad extraprogramática, que contó con tres sesiones y que fue liderada por Vania Martínez, directora del Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes y académica de la U. de Chile, donde aprendió sobre mitos y estigmas en torno a la salud mental, cómo identificar a un compañero que presenta algún problema socioemocional y cuándo se hace necesario consultar a un especialista.

Oliver Mariscal, otra participante del taller, explica que en su caso, «abrí mis conocimientos acerca de la salud mental. Aprendí cómo saber cuándo alguien necesita ayuda y cómo ayudar. Por ejemplo, si veo que existe algún cambio en su personalidad puedo acercarme y ver si está bien. Normalmente no hay mucha confianza de los compañeros hacia los adultos, entonces es más fácil que una persona de su misma edad, que probablemente también sea más cercana, le pregunte qué le pasa».

Y precisa que ya aplicó estos conocimientos con amigos en clases: «De repente los notaba decaídos, entonces me acerqué y pregunté si podía ayudar en algo. No siempre me contaron qué les pasaba, pero sí me decían cosas como ‘no quiero hablar de esto ahora, pero sí te puedes quedar aquí conmigo’ o me pedían un abrazo que los calmara».

Martínez puntualiza que quienes se certificaron en la materia, «por una parte, tienen más herramientas para darse cuenta cuando alguien necesita ayuda profesional en salud mental; y por otra, si un compañero o compañera necesita ayuda en salud mental y se acerca a ellos, tienen herramientas para favorecer que pidan ayuda experta sin estigmatizar. No es el fin que se acerquen a ellos más que a otros estudiantes, sino que es algo que se puede dar y que, de hecho, se da en la cotidianidad».

«El trabajo con el IN se inicia en 2019 y en octubre de 2020 la universidad y la Municipalidad de Santiago firmaron un convenio de colaboración, con el fin de contribuir al fortalecimiento integral de instituto. Es importante porque permite entregar información y herramientas a los y las estudiantes, potenciando sus habilidades de liderazgo en salud mental que contribuirán a un mejor bienestar de la comunidad educativa en su conjunto. Sabemos que son tiempos complejos, pero tenemos las ganas y la confianza en que el perseverar en esta colaboración va a permitir un aprendizaje mutuo y el desarrollo de ambas instituciones», afirma Alejandra Mizala, prorrectora de la U. de Chile.

Martínez agrega: «Ya habíamos realizado actividades dirigidas a apoderados y apoderadas, al cuerpo docente y a la comunidad educativa en su conjunto. Nos faltaba el contacto directo con los estudiantes y lo quisimos plasmar en un taller de liderazgo en salud mental para alumnos y alumnas de 8° básico. Varios de ellos el año pasado habían tenido la oportunidad de participar de otro taller de liderazgo en general, entonces se nos ocurrió la idea de fortalecer esas habilidades, pero con el foco específico de salud mental”.

Sobre los hechos de violencia dentro y fuera del IN, la experta dice que estos son un «fenómeno complejo que se explica por varios factores. En ellos no es el principal la salud mental, más bien, esas situaciones violentas podrían estar afectando a jóvenes y a toda la comunidad educativa en general en su salud mental al vivir momentos violentos y de incertidumbre. Por lo tanto, este taller no pretende abarcar eso. Si está enmarcado dentro de los lineamientos de la unidad de convivencia escolar con la finalidad de favorecer un mejor bienestar de los estudiantes, pero no apunta específicamente a la violencia escolar ni a situaciones violentas».

​Respecto a la capacitación, el rector del IN, Manuel Ogalde, comenta que participaron uno o dos estudiantes de cada 8º básico, de manera tal que cada uno de estos cursos tenga al menos un par de compañeros certificados en la materia.

«La salud mental es un tema que para nosotros ha sido sumamente relevante y es necesario entregar herramientas no solo a los estudiantes, sino que también a los profesores. Pero en este caso particular, se capacitó específicamente a los alumnos, porque entendemos que ellos son los primeros que están en la sala, los primeros que ven a un compañero que se siente mal; entonces, que tengan herramientas en salud mental quizás no va a resolver el problema de esos chicos, pero si ayudarán en darles contención u orientarlos sobre a quién recurrir».

Y añade: «Esto no concluye acá, queremos darle continuidad. Si bien partió como una experiencia piloto, esperamos que para el próximo año tengamos muchos más participantes de otros cursos. De todas formas, nos sorprendimos del alcance (de esta versión), los escolares lo hicieron porque querían ayudar, les interesa el tema y quieren ser un aporte a la comunidad y eso para nosotros es muy valorable. Hay que confiar en ellos y entregarles tareas y desafíos que sean constructivos, porque si no los desafías con este tipo de iniciativas, finalmente su energía la empiezan a focalizar y concentrar en otras acciones que no son del todo positivas. Por eso, yo recomiendo absolutamente a los establecimientos educacionales que imiten este proyecto y que les den más protagonismo a los chicos en su propio proceso educativo».

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[PRENSA] Más de 14 mil niños y adolescentes en Chile están en lista de espera para recibir atención de salud mental

Datos del Informe Anual sobre Derechos Humanos UDP 2022 también revela la falta de profesionales especialistas en este grupo etario y de datos nacionales para crear políticas públicas en base a información fidedigna. Sobre este tema, fue entrevistada la psiquiatra infantil y del adolescente y directora de Imhay, Dra. Vania Martínez.

En lo que se refiere a la salud mental de los niños, niñas y adolescentes del país, nuevos datos revelan una situación preocupante, según concluye el Informe Anual sobre Derechos Humanos en Chile UDP 2022.

El documento, que examina la situación a nivel nacional de la salud mental especificamente para esta población, revela que aún existen brechas en varios aspectos clave, como el acceso a la atención.

Una de las principales conclusiones del informe es que las listas de espera se han acrecentado en los últimos años y, por tanto, también el tiempo en que niños y adolescentes permanecen sin atención. De acuerdo con el texto, actualmente hay más de 14 mil menores que están en listas de espera para ser atendidos por un psicólogo o psiquiatra en el sistema público.

Otra de las conclusiones del trabajo es que si bien el presupuesto para salud mental ha mejorado en los últimos años (actualmente es 2,4% del presupuesto general para salud), «aún no es suficiente para estar a la altura de los estándares internacionales», que se consideran aceptables cuando son cercanos al 6%. Además, se lee en el texto, «no existe claridad dentro del presupuesto asignado a salud mental en cuanto al porcentaje destinado a población infanto-juvenil».

El informe también concluye que faltan datos y cifras nacionales sobre salud mental en infancia y adolescencia e indica que «esto es grave, ya que ninguna política pública seria puede elaborarse si no es en base a información fidedigna».

Entrevistada por El Mercurio, la Dra. Vania Martínez, académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile y directora del Núcleo Milenio Imhay, quien no participó en este informe, se refiere a las conclusiones: «Los datos apoyan lo que hemos estado visibilizando el último tiempo, que la salud mental en nuestro país se debiera transformar en una prioridad nacional, porque más allá del número de lista de espera, que es crucial, sabemos que faltan recursos, faltan profesionales y falta mejorar la gestión administrativa».

Y agrega que: «El acceso a la atención oportuna es clave para los niños, porque gran parte de los problemas de salud mental en la vida adulta se inician en la niñez y la adolescencia. Ese es un momento crucial para detectar e intervenir».

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