Investigaciones en salud mental juvenil: La importancia de centrar los esfuerzos en cómo mejorarla

PorImhay

Investigaciones en salud mental juvenil: La importancia de centrar los esfuerzos en cómo mejorarla

Revisiones de estudios chilenos y donde participan investigadores de Imhay, muestran énfasis en diagnóstico, pero déficit en prevención o evaluación de intervenciones. También se privilegian trastornos más comunes en la población.

Ignacio Lillo, estudiante en formación de Imhay.

Dos análisis publicados por investigadores de Imhay determinaron notables coincidencias respecto al alcance de los estudios que se han hecho en Chile acerca de la salud mental en adolescentes y jóvenes.

En Investigaciones en Salud mental infanto-juvenil en Chile durante la pandemia de COVID-19: una revisión de alcance”, un equipo de nuestro Núcleo Milenio revisó 13 estudios hechos tanto en escolares como universitarios, que apuntaban a evaluar la presencia de problemas de salud mental durante el tiempo de confinamiento.

Ignacio Lillo, estudiante de pregrado de medicina de la Universidad de Chile e integrante de Imhay que encabezó el equipo a cargo de esta investigación, cuenta que “en población universitaria lo que encontramos fue un aumento de los síntomas de ansiedad, depresión y de la sintomatología de estrés que reportaban los propios entrevistados, hombres y mujeres, pero mayor en mujeres. Y en la población infantil también vimos un aumento de los síntomas en el ámbito de la salud mental”.

En el otro trabajo, State of Mental Health Research of Adolescents and Youth in Chile: An Ontological Analysis“, expertos de Imhay y de las universidades de Chile, de Illinois (EEUU) y de Ramaiah (India) revisaron más de 1.600 artículos sobre salud mental en adolescentes y jóvenes chilenos -finalmente escogieron 346- para categorizarlos según temas y ver cuáles eran las prioridades de investigación. Si bien ambos estudios tienen alcances distintos, sus resultados revelaron una misma realidad.

Marcelo Crockett, psicólogo e investigador doctoral de Imhay.

“La revisión durante la pandemia va totalmente en línea con este estudio, que es un mapeo de toda la investigación que se ha hecho en Chile sobre salud mental de adolescentes y jóvenes”, explica Marcelo Crockett, investigador doctoral de Imhay y coautor del análisis. “Lo que vimos es que la mayoría de las investigaciones estaban orientadas a identificar ciertos problemas de salud mental y evaluar factores relacionados, es decir, estaban focalizadas en el diagnóstico. Eso da cuenta de que falta mucho en términos de prevención, promoción, detección temprana y en tratamientos. Sabemos cuál es el diagnóstico, pero necesitamos avanzar en conocer específicamente qué elementos hay que trabajar para que esto mejore”.

¿Por qué depresión y no toc?

En el análisis profundo que hizo el equipo internacional de investigadores, encabezados por la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, se descubrió además que la mayoría de los estudios sobre salud mental de jóvenes chilenos se ha centrado en trastornos de control de los impulsos y de la conducta, depresión, ansiedad, uso de sustancias, estrés y riesgo suicida. Por el contrario, hay menos trabajos sobre trastornos del neurodesarrollo, esquizofrenia, trastornos de la personalidad, obsesivos-compulsivos, alimentarios, y otros relacionados con la calidad de vida y el estigma hacia la salud mental. Una razón de esta preferencia por ciertos temas podría ser su mayor prevalencia, pero no en todos los casos.

“Dentro de este mapeo nos dimos cuenta que hay menos estudios en ciertas áreas que, al igual que el riesgo suicida, pueden tener una alta carga de enfermedad pero que no se han investigado tanto”, advierte Marcelo Crockett. “Por eso es importante focalizar la investigación para que apunte también a esos trastornos y a las necesidades de la población como, por ejemplo, el trastorno por déficit de atención e hiperactividad y la psicosis”.

Si no es sólo por razones de mayor prevalencia en la población ¿qué ha impulsado entonces a los científicos en salud mental a preferir ciertos temas por sobre otros? Una pista está en la viabilidad de investigar con instrumentos simples, como cuestionarios de diagnóstico, en lugar de hacer análisis prolongados para evaluar un tratamiento.

“La evaluación del efecto de las intervenciones puede ser más extensa que la aplicación de cuestionaros en momentos puntuales. Hay que hacer seguimiento por períodos prolongados, disponer de un grupo de control y uno de intervención, en algunos casos, a ciegas, y eso hace que la investigación sea más compleja y limita el tema”, explica Ignacio Lillo, estudiante de medicina.

También influiría el contexto donde se realizan los estudios. La mayoría se efectúa en colegios o campus universitarios. Eso también condiciona el tipo de tema que se quiere investigar.

“Por ejemplo, los jóvenes con esquizofrenia generalmente llegan a atenderse a los hospitales, por lo que es más fácil invitarlos y reclutarlos allí que en los colegios, a diferencia de lo que podría ocurrir con otros trastornos, como la depresión, que están mucho más presentes en la población”, explica Marcelo Crockett.

Y añade que “se podría hacer investigación en los hospitales porque hay personas que ya tienen diagnósticos. Entonces se puede ver qué hacer, cuáles son sus necesidades, qué intervenciones pueden servir más para cierto grupo o no, pero para eso se necesitan recursos, y la mayoría de estos están puestos en horas clínicas. En general, los profesionales que otorgan atención clínica no tienen horas de investigación, porque están contratados para atender a los pacientes. Yo creo que, si se orientaran los recursos de manera más mixta, se podría avanzar en este ámbito”.

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