El Dr. Nicolás Libuy, investigador joven de Imhay, analizó los resultados de un estudio que buscó conocer las condiciones que pueden generar o prevenir el uso de sustancias en adolescentes, involucrando a los principales actores de la comunidad: jóvenes, sus escuelas y familias. Se trata de la primera aplicación adaptada del programa islandés Planet Youth en Latinoamérica, que exploró cuáles son los factores de riesgo y los factores protectores en la realidad concreta de las comunas participantes.
Cuando el médico psiquiatra Nicolás Libuy realizó su Doctorado en Psicoterapia, programa de postgrado impartido en conjunto por la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica de Chile, decidió profundizar en el tema de la prevención del consumo de sustancias en adolescentes, temática que ya era de su interés desde hace un tiempo.
“La transición a la adultez, en general, es una etapa clave en la psiquiatría y salud mental. En este periodo de la vida empiezan a manifestarse ciertas características relacionadas a problemas de salud mental y, además, es una etapa vulnerable, porque puede ser el inicio de algunos trastornos psicológicos. Sin embargo, también se presentan oportunidades, ya que es un momento crucial para prevenir y eso puede tener un impacto positivo en el bienestar de las personas en la adultez”.
Por eso, para su tesis doctoral eligió analizar la aplicación en Chile de un modelo de prevención de consumo de sustancias en jóvenes, basado en un programa que se creó en Islandia, y que por primera vez estaba probándose en Latinoamérica. Se trata de Planet Youth, intervención desarrollada hace un par de décadas en ese país europeo a partir del trabajo que hizo en 1997 un grupo de cientistas sociales, tomadores de decisiones y profesionales que trabajaban con jóvenes. En la década de los 90 el consumo de drogas en Islandia estaba en aumento, y gracias a que identificaron los factores sociales detrás del problema, crearon una estrategia basada en la movilización y colaboración entre diversos actores de la comunidad. Luego de diez años de aplicación consiguieron reducir el consumo de alcohol en jóvenes de 10° grado -equivalente al 2° Medio de Chile- de 38% a 20%; el de tabaco, de 21% a 10%; y el de marihuana, de 13% a 7%.
“Este programa hace un diagnóstico del consumo y la salud mental en general, pero los factores relacionados con el uso de sustancias de los jóvenes son a nivel local, ya sea la comunidad-colegio o la comunidad-barrio”, explica el Dr. Libuy. “Por otra parte, también se otorga un feedback oportuno a las comunidades, es decir, una vez que se levanta la información respecto del consumo y de los factores relacionados, rápida y oportunamente se transmiten los resultados del estudio a los actores importantes: profesores, apoderados, equipos de prevención, de salud y educacionales”.
Gracias a un convenio suscrito entre el Icelandic Centre for Social Research and Analysis (ICSRA), la Universidad de Chile y seis municipalidades de la Región Metropolitana, a partir de 2018 se replicó la experiencia sobre un universo de 7538 estudiantes de 125 colegios. Se hizo una encuesta inicial y otra en plena pandemia, en 2020, que mostró una reducción en el consumo de alcohol de 79,8% a 70%, y de marihuana de 27,9% a 18,8%. Los factores de riesgo que también disminuyeron fueron el estar fuera de la casa después de las 22 horas, y el consumo de alcohol y marihuana entre los amigos.
“Yo hice mi tesis del Doctorado en Psicoterapia en base a estas investigaciones. Y exploramos cómo hubo modificaciones de las prevalencias de consumo, en los factores de riesgo y protección asociados al consumo; y también estudiamos cualitativamente cómo fue recibido por parte de los participantes”, explica el investigador joven de Imhay.
Más allá de los cambios en las conductas de las personas, el estudio piloto aplicado en Santiago reveló la importancia de incorporar modificaciones al entorno donde se desenvuelven los jóvenes, especialmente la integración de las labores preventivas.
“Era necesario sincronizar, por ejemplo, los esfuerzos que se hacen desde educación, desde seguridad pública, desde el ámbito más recreativo, desde los apoderados y, por supuesto, considerar los intereses de los propios adolescentes. Y eso es lo que se ha hecho. Además, en el proyecto se ha involucrado a los padres haciendo énfasis en el rol de la parentalidad y reforzando los factores que los protegen del consumo de sustancias”.
Marihuana y esquizofrenia
El Dr. Nicolás Libuy trabaja actualmente es académico de la Universidad del Desarrollo. Mientras cursaba el doctorado, conoció a la directora de Imhay, Dra. Vania Martínez, y se incorporó a nuestro centro de investigación como investigador joven.
Su veta científica nació con la práctica clínica, porque, según indica, en salud mental “hay más preguntas que respuestas y eso es un incentivo para la investigación”. Más aún cuando la literatura entrega información de otras poblaciones, lo que motiva a hacer ciencia “con nuestro entorno, con aspectos más bien culturales, sociales, demográficos y otras características más específicas. A veces puede haber hipótesis o teorías respecto de algunas cuestiones relevantes de la salud mental a nivel global, pero uno se pregunta, ‘bueno, ¿cómo funciona eso en nuestra propia realidad?”.
Motivado por el problema de las adicciones en jóvenes, el Dr. Libuy decidió explorar la relación entre el consumo de marihuana y el desarrollo de psicosis como la esquizofrenia. De esta forma, encabezó un equipo que evaluó datos de 22 mil pacientes chilenos en tratamiento por abuso de sustancias.
“Encontramos una asociación relevante y realizamos una de las primeras publicaciones en esa línea”, explica el investigador. De hecho, el estudio comprobó que la prevalencia de esquizofrenia entre los consumidores de cocaína fue de 1,1%, pero entre los consumidores de marihuana llegaba hasta el 5,2%. Lo mismo con los trastornos del ánimo: 9,3% para uso de cocaína, y 13,2% para consumo de marihuana.
En la década del 2010 los datos a nivel mundial ubicaban a Chile como uno de los países con más alto consumo de marihuana entre los adolescentes. Las encuestas del SENDA mostraban un alza desde 13,6% en 2003 hasta 31,3% en 2017, con un quiebre al alza a partir del 2011. Al revés, el uso de alcohol y tabaco fue decreciendo en el mismo período.
Eso llamó la atención del psiquiatra, que decidió investigar cuáles factores estaban relacionados con el mayor consumo de marihuana.
“Algunos tenían que ver, sobre todo, con el consumo entre los pares. La adolescencia es una etapa sensible de la vida en la cual el comportamiento de los pares o el ambiente social es muy importante para el propio comportamiento. También existen otros aspectos que dicen relación con la baja percepción de riesgo que existe en torno al consumo de marihuana entre los jóvenes, y el rechazo de los padres al uso de cannabis en sus hijos”, explica el Dr. Nicolás Libuy.
Ahora ¿qué provocó el notorio aumento en Chile a partir de 2011? De acuerdo al profesional, la investigación no estableció aspectos causales. “Uno puede tener hipótesis y dentro de ellas, efectivamente, a partir de esa época hubo algunos cambios, no solo a nivel nacional, sino regional. Por ejemplo, empezó a surgir la experiencia de Uruguay en torno a una apertura del consumo de marihuana. Y esto se percibía, tanto en medios de comunicación como en el ambiente en general, en una baja en la percepción de riesgo, por lo que lo incluimos con uno de los factores asociados a un mayor consumo de esta sustancia”, concluye el investigador de Imhay.
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Imhay es un Centro de Investigación de Excelencia financiado por la Iniciativa Científica Milenio, programa de la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo (ANID), perteneciente al Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile.
Imhay 2023
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