Adultez emergente: La paradoja de ser personas jóvenes y sanas, pero con necesidades de salud mental

PorImhay

Adultez emergente: La paradoja de ser personas jóvenes y sanas, pero con necesidades de salud mental

Es una nueva etapa de la vida que agrupa a personas entre los 18 y 29 años, y que se sitúa entre la adolescencia y la adultez. Se trata de un término que tiene su origen en países desarrollados, siendo su característica distintiva la construcción de la identidad y toma de decisiones en distintos ámbitos: personal, familiar y profesional. A pesar de ofrecer diversas oportunidades, esta etapa también presenta desafíos significativos en cuanto al bienestar emocional. “En Chile, los/as adultos/as emergentes todavía no se ven como una población de riesgo por el sistema de salud público o privado”, señala al respecto la investigadora joven de Imhay, Ana Barrera.

La Dra. Ana Barrera Herrera, académica de la Universidad Católica de Temuco e investigadora joven de Imhay, dedica su trabajo de investigación a identificar aquellos factores que afectan y protegen el estado de salud mental de las personas que componen el grupo etario conocido como «adultez emergente».

Cuando trabajaba en atención clínica de estudiantes universitarios/as, siempre le faltaba disponibilidad de horas para atender a los/as jóvenes, recuerda la psicóloga Ana Barrera. “Empecé a preguntarme qué estaba pasando con los/as estudiantes que presentaban tantos problemas psicológicos. ¿Cuál era su origen? ¿Será que ya venían con dificultades emocionales antes de entrar a la universidad o esto era provocado por su estadía en los centros educativos? Eso me motivó a querer saber más de la etapa de vida en la cual se encontraban los/as jóvenes y a comenzar a realizar estudios de postgrado”.

La profesional hizo un magíster y luego cursó el Doctorado en Psicología en la Universidad de La Frontera. Se dedicó a investigar específicamente la adultez emergente, un concepto acuñado en Estados Unidos para clasificar a jóvenes de entre 18 y 29 años que transitan entre la adolescencia y la adultez, y que comienzan a realizar una serie de cambios en sus vidas: ingresan a la educación superior, cambian de amistades, se van de sus casas, entre otros. En el caso de Chile, señala la profesional, este grupo tiene características especiales, según descubrió en el Estudio Nacional de Prevalencia de Trastornos de Salud Mental y Hábitos de salud, y su relación con dimensiones de la Adultez Emergente en Jóvenes Universitarios Chilenos’, proyecto PAI de inserción a la academia, del que Ana Barrera fue investigadora responsable.

“Nos dimos cuenta de que el componente familiar era altamente valorado en esta etapa, sobre todo para la construcción de la identidad porque -a diferencia de los/as jóvenes estadounidenses, por ejemplo- los/as jóvenes chilenos todavía están con la familia de origen, muchos/as viven y dependen financiera y emocionalmente de ella”, explica la investigadora de Imhay. “También ellos/as valoran de forma muy cercana la presencia de los amigos/as, el apoyo social de su círculo más cercano, que a veces también consideran como la ‘familia escogida’. Y lo otro que es particular en la adultez emergente chilena, es que es un tiempo para divertirse, pero también un tiempo de reflexión, por ejemplo, para repensar en las ideas y valores que forman parte de la construcción de la identidad”. 

La adultez emergente es un concepto relativamente nuevo, acuñado en Estados Unidos, para clasificar a jóvenes de entre 18 y 29 años que transitan entre la adolescencia y la adultez.

En la actualidad la Dra. Ana Barrera es Profesora Asociada y directora del Laboratorio de Adultez Emergente y Salud Mental de la Universidad Católica de Temuco, y desde 2019 forma parte del Núcleo Milenio Imhay como investigadora joven en la línea de Sensibilización y Promoción.

¿Qué es lo último que ha estado viendo en sus investigaciones?

̶ Estoy trabajando con un concepto que se llama “Desarrollo Positivo”, que es un enfoque que viene desde la psicología positiva, y que apunta a los recursos y potencialidades que tienen los/as jóvenes en esta etapa de vida. Por ejemplo, estos recursos les permiten afrontar diversos desafíos propios de la etapa, pero también prevenir conductas de riesgo.

Se trata de un concepto que habitualmente se ha estudiado solo en adolescentes, pero yo recogí un modelo para adultez emergente que se desarrolló en Australia. Y en mi último proyecto (FONDECYT de Iniciación N° 11200984 ‘Desarrollo positivo, salud mental y variables psicosociales involucradas: Hacia un modelo comprensivo en universitarios chilenos’) adaptamos el modelo, partiendo por los instrumentos que estaban en inglés, los que después ajustamos para que quedaran de forma pertinente para nuestra realidad local. Actualmente estoy estudiando cómo el desarrollo positivo se asocia con variables de salud mental, regulación emocional y apoyo social. Entonces, estoy trabajando siempre en salud mental, pero desde una arista más positiva, no centrada en la patología.

Los/as adultos/as emergentes de ahora ¿son distintos a los/as de décadas pasadas?

̶ Décadas atrás, generalmente los/as jóvenes, si salían de la educación media, tendían a trabajar. No todos tenían la oportunidad de estudiar como ahora donde existe una amplia variedad de apoyos, gratuidad, etc. Entonces, se pasaba directamente desde la adolescencia a la adultez. No había un espacio ‘de ensayo’ donde la juventud pudiera probar distintas decisiones. Por tanto, esta etapa viene dada por factores culturales como un mayor acceso a estudios superiores, pero también por el posicionamiento de la mujer en la educación superior y en el trabajo, por ejemplo.

También las metas de la juventud han ido cambiando a través del tiempo. Antes, quizás, unos de sus propósitos de vida era conformar una familia a los veintitantos años o tener hijos/as más pronto que tarde. Sin embargo, hoy en día todos esos compromisos se asocian a la adultez. Ahora, casarse, convivir, tener hijos, son decisiones que se han pospuesto hacia los 30 años o más, o directamente no forman parte de sus objetivos.

Los/as jóvenes hoy en día están más centrados en tener su título académico, en explorar sus opciones, disfrutar, o bien darse un espacio para ver lo que quieren antes de comprometerse con otras personas y tener otras responsabilidades.

¿Y cómo impacta eso en la salud mental?

̶ Yo diría que siempre ha habido problemas de salud mental, independiente de la etapa en la que estén las personas. Si bien la adultez emergente es una periodo exigente y demandante, sobre todo desde el punto de vista académico, la existencia de problemas de salud mental no tiene que ver necesariamente con esta etapa. De hecho, muchos de esos problemas se arrastran desde la adolescencia o tienen que ver con problemas familiares o con eventos vitales como, por ejemplo, tener una pérdida de una relación de pareja, no adaptarse al entorno universitario, quizás elegir una carrera que no satisface las expectativas iniciales, entre otros factores.

La diversidad de causas que pueden afectar la salud mental de la juventud es muy variada, pero también es importante recordar que es una etapa de posibilidades.

¿Y qué pasa con aquellos/as jóvenes que no están en una universidad?

̶ En algún momento nosotros hicimos una investigación -que fue parte de una tesis de pregrado- y quisimos abordar la sintomatología de salud mental de estos/as jóvenes que están fuera del entorno educativo y nos encontramos con una similar presencia de problemas de ansiedad, depresión y estrés. Entonces, aún cuando ellos/as no estén en el entorno universitario, igualmente están afrontando diversas situaciones, por ejemplo, bajas remuneraciones, dificultades para compatibilizar estudio y trabajo, quizás ya tienen hijos, están con dificultades para pagar un arriendo, o les faltan recursos y oportunidades para postular a una casa propia. Entonces yo creo que esta etapa es igualmente desafiante, independientemente de si estudias o trabajas.

¿Qué diagnóstico haces de las políticas públicas en salud mental que afectan a este grupo de la comunidad? ¿Dónde están las principales necesidades?

̶ El problema generalizado es que no tenemos una salud mental o una ley de salud mental que dé prioridad, por ejemplo, a la prevención o a la promoción antes de que aparezcan los problemas emocionales. Otro de los focos problemáticos es que, en Chile, los/as adultos/as emergentes todavía no son vistos como una población de riesgo por el sistema de salud público o privado. Si bien quienes estamos trabajando en investigación sí lo tenemos clarísimo -y también las universidades en los últimos años- todavía no hay una concientización en los servicios de salud, en el Ministerio de Salud y, por lo tanto, tampoco la nueva ley que se está trabajando recoge que los/as jóvenes tienen necesidades particulares.

Hoy en día, por ejemplo, desde la teoría se indica que los/as jóvenes son una población sana, que no tiene problemas cardiovasculares, enfermedades crónicas, y mucho de eso hace que no lleguen a los servicios de salud. Pero en términos de salud mental sí hay una cifra roja que la mayoría de las universidades está afrontando y que, en el fondo, trabajan prácticamente solas porque si bien pueden derivar, no necesariamente hay cupos ni especialistas que cubran estas necesidades en los servicios de salud o una vinculación permanente y establecida con los servicios de salud públicos o privados.

Entonces, dentro de las políticas públicas yo creo que es importante incluir a la juventud como población de riesgo, pero también como un grupo que tiene necesidades y que requiere atenciones de salud más allá de las proporcionadas por la universidad. Se necesita  acercarla a los centros de salud para primeramente potenciar su autocuidado, favorecer ambientes más cercanos para ellos y que, de alguna forma, pidan ayuda preventivamente porque en la actualidad lo que hacen es pedir ayuda cuando el trastorno ya está instalado.

Si llegamos a tiempo, si instalamos una cultura de promoción de la salud, y si incluimos políticas nacionales que los/as incluyan, podemos prevenir problemas de salud más graves y propiciar una etapa de vida plena, considerando sus fortalezas y su voz cuando hablamos de salud.

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