Dr. Ricardo Araya: «Lamentablemente los políticos no tienden a actuar muy basados en la evidencia científica»

PorImhay

Dr. Ricardo Araya: «Lamentablemente los políticos no tienden a actuar muy basados en la evidencia científica»

De visita en nuestro país, el especialista, que participa como investigador senior del nuevo Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), conversó respecto a la importancia de visibilizar las enfermedades mentales para disminuir el estigma, y para detectar y tratar los trastornos tempranamente.

Durante este año, la Organización Mundial de la Salud ha centrado sus mensajes y esfuerzos en la salud mental de los adolescentes con el objetivo de prevenir la aparición de trastornos y evitar que estos se extiendan a la edad adulta y así mermen la capacidad de desarrollarse en forma satisfactoria en diversos aspectos de la vida.

Quien conoce de cerca el impacto que las enfermedades mentales provocan en la vida de quien la padece, es el psiquiatra y académico del King´s College London, Doctor Ricardo Araya Baltra, quien ha desarrollado su larga y exitosa carrera profesional tanto en Chile como en Inglaterra, donde actualmente dirige el Centre for Globlal Mental Health. Esta iniciativa busca disminuir las brechas de atención en salud mental particularmente de aquellos que viven en contextos de mayor vulnerabilidad. Además, es asesor científico de diversos grupos de investigación en América Latina, África y Asia, en el ámbito de prevención y tratamiento de enfermedades del ánimo particularmente.

De visita en nuestro país, el Dr. Araya participó en la reunión de planificación mensual del nuevo Núcleo Milenio para Mejorar la Salud Mental de Adolescentes y Jóvenes (Imhay), donde es investigador senior, y se reunió con el grupo de investigación dirigido por la Dra. Graciela Rojas, académica del Hospital Clínico de la Universidad de Chile, quien se encuentra liderando un proyecto Fondecyt sobre depresión y enfermedades crónicas en la Atención Primaria de Salud.

En este contexto, el especialista aprovechó de conversar respecto a la importancia de visibilizar las enfermedades mentales para disminuir el estigma, y para detectar y tratar los trastornos tempranamente.

Chile tiene una alta prevalencia de enfermedades de origen mental y si a eso le sumamos que gran parte de los trastornos comienzan alrededor de los 14 años, ¿cuáles son los factores que están influyendo en que esto ocurra?

Todos los estudios que se han hecho indican que hay volúmenes grandes de trastornos mentales en la población, la gran mayoría de los cuales no son reconocidos, por tanto, no son atendidos.

En muchos casos, las personas no saben realmente qué es lo que les está pasando y no acuden en busca de ayuda o a clarificar qué es lo que le está ocurriendo. En general, las personas califican su malestar como algo normal o como simple flojera. Esto no es como la hipertensión en que se mide con un instrumento que indica si está alta o baja. En las enfermedades del ánimo es bastante más complicado hacer el diagnóstico, identificarlo, pero se ha avanzado. Lo importante es darse cuenta que efectivamente existen, que el volumen de estos problemas es mucho más grande de lo que nunca se pensó y la pregunta es qué hacemos con ello, puesto que tienen repercusiones no sólo en quien lo padece y su entorno, sino que también tiene otras implicancias para las sociedades. Una persona con un trastorno mental tiende a no producir lo mismo que una persona sana.

¿Qué sucede en el caso de los adolescentes y jóvenes?

Ocurre lo mismo. Si ya es difícil diagnosticar esto en los adultos, más lo es en los jóvenes, sobre todo en aquellos que entran en la adolescencia, que es donde estas enfermedades generalmente debutan, porque es un período de muchos cambios turbulentos y ocurre que ciertos cambios la gente se los atribuye a cosas de la edad. Algunos lo son, pero otros son trastornos que están empezando y es muy importante detectarlos de manera temprana. Primero, porque si se detecta y trata precozmente, las consecuencias no van a ser tan severas, ya que éstas son enfermedades que muchas de ellas duran la mayor parte de la vida.

¿Qué está sucediendo en el grupo de 15 a 29 años donde el suicidio se ha convertido en la segunda causa de muerte a nivel mundial?

Una de las razones por la que el suicidio es tan importante como causa de muerte dentro de ese grupo etario es porque la mortalidad a los 15 años es muy baja. No es que muera mucha gente, sino que mueren pocos y los pocos que mueren no tienen razones físicas, porque a esa edad no te da un derrame cerebral ni te afecta un cáncer. Esto es lo primero que hay que dejar claro.

Respecto a los factores que influyen en el suicidio de adolescentes es la pregunta del millón de dólares. No lo sabemos. O sea, en el enfoque de los trastornos mentales siempre hay un balance entre cosas que uno podría heredar y cosas que son del ambiente. Hoy día se sabe que puedes tener ciertos genes que los compartes con tus familiares, pero que no vas a presentar la enfermedad, ya que hay cosas que tienen que suceder para que el trastorno se active. Se sabe también que la adversidad o eventos vitales que son traumáticos van de a poco mermando tu capacidad de defenderte y eventualmente también podría llevar a que te enfermes.

Una de las barreras de acceso a atención en salud mental en los adolescentes es el estigma que pesa sobre estas enfermedades, ¿cómo podemos contribuir a derribar estos prejuicios?

Este es un problema en todas partes del mundo, en países desarrollados y subdesarrollados, y hay diferentes factores sociales y culturales. Pero pienso que estas cosas poco a poco van cambiando en la medida en que la gente está más abierta a enfrentar las cosas. Un ejemplo de ello es lo que sucedió recientemente con un diputado chileno, quien estuvo dispuesto a asumir su trastorno y a decirlo de manera pública y sin problemas. Eso ayuda mucho para hablar del tema, para destaparlo, porque son cosas que nos pasan a todos. Definitivamente hay que hablar de las enfermedades mentales, porque lo que no se habla no se conoce y, por tanto, no se hace nada al respecto.

Considerando el tiempo que los adolescentes pasan en el colegio, los profesores tendrían un rol importante en materia de educación en salud emocional de sus alumnos. Sin embargo, al parecer, los docentes tienen un alto grado de enfermedades mentales, ¿qué opina de esto?

Efectivamente hay mucha patología mental entre los profesores. Como ellos siempre están trabajando bajo presión, es más fácil que se enfermen.

Nosotros tenemos un proyecto en Inglaterra con el cual le prestamos apoyo a los profesores. Entrenamos a docentes que tienen ciertas habilidades para que ellos actúen como consejeros de sus propios pares, entonces, es un abordaje de primera ayuda para poder conversar con el colega que siente mal. Ha funcionado bien, pero también hemos descubierto que hay mucha enfermedad dentro de los profesores.

Uno de los objetivos de Imhay es contribuir en el desarrollo de políticas públicas en materia de salud mental. En este aspecto, ¿cómo se favorece el diálogo entre la investigación y las instituciones públicas que muchas veces parecen no conversar?

Si me lo hubieses preguntado hace veinte años atrás, yo habría dicho ‘tenemos que identificar las necesidades de la población, formas de abordaje que puedan ser efectivas, llevar esa información y presentársela a los políticos’. Hoy día pienso que un escándalo, un pariente de un político con una enfermedad o lo que sucedió con un diputado recientemente resulta más efectivo para visibilizar el tema.

En Estados Unidos, cuando el expresidente Obama descubrió que tenía una sobrina con autismo, decidió que iba financiar iniciativas que abordaran este trastorno. Y así se van repitiendo estas historias. Lamentablemente los políticos no tienden a actuar muy basados en la evidencia científica, y eso es culpa de ellos y de todos los demás, incluidos los investigadores, porque nosotros fallamos en conversar con ellos, en presentarles nuestro trabajo de tal forma que tenga un impacto en ellos y que les ayude a tomar decisiones y a defenderla frente a otras prioridades.

¿A dónde deberían dirigirse los esfuerzos en salud mental en adolescentes y jóvenes?

Definitivamente en la prevención, pero tenemos mucho trabajo que hacer aún. Necesitamos saber por qué suceden las cosas, y todavía no hemos llegado ahí. Todos tenemos que hacer un esfuerzo y ésta es la principal tarea de los núcleos de investigadores que son los que tienen que aportar con evidencia.

Texto: Elisa Barrientos, Imhay

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